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Sacar ventaja. Debilitar mentalmente al adversario. Dejar en claro quién es el mejor y cuál es el orden de las cosas. Sacar de quicio. Nublar. El trash-talk tiene como finalidad todas esas cosas. Y, probablemente, en la historia de la NBA haya habido pocos jugadores que lo emplearon mejor que Larry Bird. Lo ocurrido en el Concurso de Triples de 1986 es una prueba irrefutable de esto.

La liga había introducido el evento ese mismo año. La novedad era condición suficiente para que Bird brindara un show tanto dentro como fuera de la cancha. Y así lo hizo, en un All-Star Weekend disputado en Dallas. Minutos antes de que arrancara la competencia, casi la totalidad de los participantes se preparaban en el vestuario del Reunion Arena. Además del alero, habían sido elegidos Dale Ellis, Sleepy Floyd, Craig Hodges, Norm Nixon, Kyle Macy, Trent Tucker y Leon Wood. En aquel silencioso cuarto del estadio sólo faltaba Bird, de quien absolutamente todos habían notado su ausencia.

Mientras los demás se vestían, él entró y comenzó a mirarlos fijamente. Según contó años más tarde, la tensión se sentía en el ambiente. Entonces, Bird se dispuso a vociferar la frase más icónica en la historia del Concurso: “¿Quién de ustedes quedará en segundo puesto?”. Las miradas enfilaron al unísono hacia la sonrisa del jugador de los Celtics, que se sentía demasiado superior al resto como para no dejar en claro que el primer puesto iba a ser suyo. Sí, el grupo posó sus ojos en su figura. Pero nadie dijo nada. Una especie de mezcla entre temor y respeto se apoderó de ellos. Eso generaba Larry.

Ya sobre el parqué y con la camiseta del All-Star Game puesta, Bird se encargó de justificar aquellas palabras con acciones. 22 puntos de 30 posibles en la ronda final y el primero de sus tres títulos consecutivos en la competición. Esa temporada, Boston se quedaría con el campeonato y su principal estrella se llevaría la mayoría de los premios individuales: fue MVP de la temporada regular, MVP de las Finales ante Houston Rockets y la Associated Press lo eligió como el Atleta del Año.

Cuando le preguntaron si realmente había dicho eso, se negó de forma rotunda. Inicialmente, claro. Porque, con el tiempo, reconoció haber soltado esa histórica frase. Una a la que él no le prestó demasiada importancia, pero que seguramente aún resuena en la cabeza de los otros participantes. Así era Larry Bird.

Leandro Carranza/[email protected]
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