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NBA

De vendedor callejero a capitán del All-Star: la increíble historia de Giannis Antetokounmpo

09:46 16/02/2020 | El griego de los Milwaukee Bucks es un ejemplo de autosuperación constante. Un repaso a su viaje hasta la NBA.

Giannis Antetokounmpo, en la entrega del MVP. Foto: NBA

En la actualidad, Giannis Antetokounmpo es uno de los atletas más reconocidos del mundo. Gana cientos de millones de dólares, encabezó las últimas dos votaciones para el All-Star Game en la Conferencia Este, se quedó con el MVP de la temporada 2018/19 y todo indica que repetirá este año. Sin embargo, nada de eso parecía real hace poco más de una década, cuando el griego era uno de los tantos inmigrantes ilegales que intentan sobrevivir en Europa.

 

Para entender la historia de la superestrella de los Milwaukee Bucks, es necesario incluir el éxodo de sus padres. Es que, a pesar de que él y tres de sus cuatro hermanos nacieron en Grecia, tanto Charles como Verónica son de Nigeria. En busca de nuevas oportunidades, la pareja decidió dejar a Francis (el hijo mayor) con sus abuelos y emigrar a Atenas en 1991.

 

La infancia del MVP y sus hermanos estuvo lejos de ser un cuento de hadas. Como ninguno de sus padres era europeo, los niños no podían aplicar para una ciudadanía. Sin papeles era imposible conseguir trabajo. Bajo la constante amenaza de ser deportados y sin una vía de ingresos potable, los Antetokounmpo debieron hacer lo posible para terminar el día con un plato de comida en la mesa. “Solíamos vender lentes, relojes, CD’s, DVD’s… lo que fuera. No teníamos mucho dinero, pero sí felicidad. Al final del día, todos estábamos juntos. Eso era lo que más nos importaba”, reflexionó Giannis en el programa 60 Minutes de CBS hace apenas un año.

 

No había mucho tiempo para disfrutar la infancia como un niño debe hacerlo. Pero, cuando tenían la oportunidad, corrían sin pensárselo dos veces y se internaban en un playground de Sepolia, el barrio en donde vivían. Allí, intentaban jugadas inverosímiles sin entender mucho de lo que se trataba el básquet. Fue aquel escenario el que albergó uno de los mayores descubrimientos en la historia reciente del deporte: Spiros Velliniatis, un cazatalentos del Filathlitikos de la Tercera División de Grecia, había seguido de cerca a Thanasis y se acercó para verlo una vez más. En ese momento, se topó con Kostas y Giannis disputando un uno contra uno. La mirada del hombre se perdió en este último: “En este juego, lo más difícil de conseguir es combinar las habilidades con el poderío atlético. Saber acelerar y frenar, cambiar de dirección. Él tenía todo eso. Además, parecía bastante inteligente y fuerte de mente.”

 

Con apenas trece años, Antetokounmpo se enlistó en las divisiones inferiores del equipo y empezó a exhibir su talento. El griego era una diamante en bruto que asombraba por su capacidad física y su destreza a la hora de correr la cancha. Debutó profesionalmente en 2011 y, aunque comenzó a ganar algo de dinero, no era suficiente como para que los problemas financieros se alejaran. En varias ocasiones, debió entrenar con las mismas zapatillas que Thanasis. No les alcanzaba para comprar otro par.

 

Fuera de las canchas, la desoladora realidad que atravesaba su familia. Dentro de ella, la posibilidad de escapar de ese monstruo llamado pobreza. Giannis no paró de crecer, tanto física como deportivamente. Su desarrollo fue tal que, en 2012, el Zaragoza decidió ficharlo por doscientos mil euros. Finalmente, no jugó ni un sólo partido en el equipo de España. ¿La razón? El mundo de la NBA había posado sus ojos en él.

 

La historia de su vida iba a cambiar por completo. Ya era un deportista reconocido, con todo lo bueno y lo malo que ese status trae aparejado. Tardaría poco en vivir en carne propia ese lado de la fama. Mientras conseguía los papeles necesarios para emigrar de su país, varios grupos neonazis que aún militan en Atenas se encargaron de discriminarlo públicamente por el lugar de procedencia de sus padres: “Un chimpancé no es griego sólo porque le das una banana y una bandera”, declaró Nikos Michaloliakos, líder de una de las facciones. A pesar de todo, pudo destrabar su situación y emprender viaje a los Estados Unidos para participar del Draft 2013

 

Sin saber que necesitaba un traje para la noche de la ceremonia ni cómo era la ciudad del equipo que eventualmente lo seleccionaría, Antetokounmpo encaró su futuro como tantas veces lo había hecho con el aro del playground de su barrio: sin pensárselo dos veces. Escuchó a David Stern pronunciar con dificultad su apellido en el puesto quince, se puso la gorra de los Milwaukee Bucks y, desde ese entonces, no ha parado de evolucionar. Para él, todo esto es un sueño del que aún no despierta. Para el mundo, una demostración de que la realidad puede superar a la ficción.

 

Leandro Carranza
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @leocarranza99
 

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