El Real Madrid podrá defender su título copero tras vencer por 100-83 a un FIATC Joventut muy valiente que, tras una primera parte soberbia, acabó viniéndose abajo desde el descanso.
Los badaloneses plantearon un partido loco, absolutamente trepidante en el plano ofensivo, y desquiciaron a base de contraataques a un Real Madrid que se vio por debajo tanto al final del prier cuarto (26-24) como del segundo (52-46). Sin embargo, un parcial de 8-25 de un Real Madrid casi perfecto en el tercer cuarto, cambió el partido para siempre (60-69, m.30).
Llull (5/5 desde el exterior) acabó elevando la cuenta triplista madridista hasta los 16, un récord histórico en la historia del torneo, y un castigo algo excesivo para el FIATC Joventut, que acabó muriendo desfondado sin perder un ápice de orgullo y entrega sobre la pista.
Todo el mundo hablaba, en la otra semifinal, del tremendo 114-110 del Barça frente al Unicaja en el precedente liguero, olvidando que el Real Madrid-FIATC Joventut (90-88) fue uno de los partidos de la temporada. ¿Por qué no repetir en Copa? “Nos gustaría hacer un partido como el que hicimos allí. Todo el mundo decía que jugar a campo abierto al Madrid es una locura, pero nosotros lo hicimos y estuvimos a punto de ganar”, apuntó Maldonado en la previa. A ver quién es el valiente que le cambia una sola coma a un técnico que, por encima de todo, tiene palabra.
El FIATC Joventut salió a jugar y el partido lo agradeció. Si 24 horas antes había protagonizado el mejor duelo de cuartos de final, más por intensidad que por estética, este sábado estaba a punto de ser protagonista de un duelo trepidante y eléctrico en semifinales, esta vez a base de puntos. El Real Madrid, claro, bien puso de su parte, con un 0-7 en un minuto que le dio la iniciativa y un Rudy Fernández muy inspirado en el inicio contra su ex (5-10, m.4).
Cuando Savané anotó tras quedarse congelado en el aire, casi sin margen, y a continuación miró al banquillo, su equipo supo que su líder volvería a tirar del carro. Mallet, absolutamente imparable, con un punto de velocidad más, con esa extraña habilidad de correr nada más cogerla para que a nadie le dé tiempo a pensar mientras a él le sobra para decidir, puso por delante a los suyos y, a continuación, culminó un 10-0 de parcial para el 15-10 (m.7).
El Real Madrid se veía superado en el rebote, en el ritmo del choque y en esa extraña anarquía en la que todo tiene sentido de su rival. Pero tiene un equipo inmeso, capaz de eclipsar cualquier fallo en un pestañeo, como en aquel tercer cuarto redondo frente al CAI, 24 horas antes. Un 2+1 del Chacho despertó al Real Madrid, con Fernández devolviendo el parcial a la Penya (esta vez un 0-9) tras triple. Parecía el despegue blanco, mas Kirksay entró en escena y Vidal, con tres tiros libres con el tiempo a cero, dejó a los de Badalona por delante (26-24) tras un primer periodo brillantísimo.
Todo encajaba en el esquema de Maldonado, ese que solo pide un mandamiento: anotar más que el rival. Y duraría hasta el último aliento, hasta que las fuerzas aguantaran. Cada rebote en defensa era una transición rapidísima, los pívots aparecían de la nada en la zona y la circulación de la bola era perfecta, volviendo loco a un Real Madrid que seguía en el partido solo por su buen ataque, incapaz de marcar el ritmo.
Llull, con un acierto exterior, adelantaba a los blancos (30-31, m.13), si bien Hannah se ganó en la siguiente jugada un “oh” general del pabellón tras dejar sentado a su defensor y anotar. El partido se convirtió en un toma y daca, con mucho acierto en ambos aros. Pocas faltas, velocidad, baloncesto. Tan pronto Savané adelantaba al FIATC Joventut (37-33, m.14) como Nocioni replicaba desde el 6,75 para darle el mando al Real Madrid (39-40, m.17).
Al partido, a la Penya, solo le faltaba que Savané, el hombre de la Copa, provocara que las gradas se animasen a cantar. Un mate suyo volvió a poner por delante a su equipo y provocó que el “Savané, Savané… Sa-va-né” que han cantado todas las aficiones para las que el senegalés ha jugado, volviera al Gran Canaria Arena. El FIATC Joventut se sintió durante unos minutos como en casa y su juego voló más que nunca en el epílogo del cuarto.
La juventud y la experiencia. El pasado y el presente. El recuerdo de 2008, allá donde el verde y el negro se impusieron, cuando el 5 de Fernández les pertenecía. Y la ilusión de un equipo que es un equipo, con todo lo que eso conlleva. Entre Ventura y Miralles, qué simbólico todo, colocaron al FIATC Joventut más lejos de su rival de lo que nunca pensaron (52-46) justo antes del bocinazo final. Se lo habían ganado.
Dicen que las revanchas se sirven en platos fríos, aunque está claro que en caliente sabe mejor. En la previa, con el título de 2014 tan presente, pocos madridistas recordaban que la última vez que ambos se cruzaron en una Copa, allá por 2008, el Joventut se llevó la victoria, con aquel triple acróbata de Fernández en Vitoria en la retina.
Más que de revancha, el Real Madrid entiende de orgullo. Y de talento, de infinito talento. Igual que un día antes frente al CAI Zaragoza, tan valiente, tan feroz, los madridistas supieron reaccionar tras su gris primera mitad de una forma contundente, cual vigente campeón. Si contra los maños el parcial en el tercer cuarto fue de 30-15, en esta ocasión fue de 8-25, tras dominar de principio a fin en un parcial casi perfecto para los de Laso.
Ayón tuvo que ver en la previa como a cada uno de sus compañeros –menos a Rivers- le preguntaban por alguna Copa pasada, por algún título del ayer, por algún recuerdo feliz en este torneo. Y él no quería ser menos. Su inicio de cuarto, pletórico, gigante en la zona, acabó por fin con el dominio verdinegro. En 103 segundos, el Real Madrid igualaba. En 120, ya ganaba por 3, después del 2+1 de Felipe.
La defensa blanca funcionaba y el FIATC Joventut comenzaba a notar que sin aliento no se llega a ninguna final. Las carreras de antes encontraban respuesta, con hasta 7 pérdidas en este cuarto. Los tiros tampoco entraban (3/13) y la confianza también se acabó atrás, con el Madrid jugando cómodo y sumando sin esfuerzo. En esos momentos Llull ya era el líder del partido, devolviéndole a su oponente cada contraataque sufrido, cada canasta de 3, cada golpe en el costado. Era un vendaval blanco. Ayón taponaba o aparecía en la zona para anotar. Maciulis y Llull se animaban al festival de triples y Fernández volvía a resurgir con otra canasta desde Madrid para romper el partido (55-69, m.27) después de un apabullante 3-23 de parcial.
Suton, el gran ausente por sus problemas físicos, retornaba cual Cid como medida desesperada de Maldonado y su sola presencia animó a una Penya que volvió a dar su última señal de vida (“sí se puede, sí se puede”, gritaron los suyos con el 60-69) de un equipo que murió de pie, solo superado por un Real Madrid con traje de gala tras el descanso.
La lesión de Nocioni no cortó las alas de un equipo que volaba en ataque, guiado por Llull, bien secundado por Sergio Rodríguez y Felipe Reyes, que se animaron a dar más lustre al camino hasta la final de su equipo.
Hannah creyó durante algunos minutos más (65-74, m.32), pero el Real Madrid, de triple en triple, no solo sentenciaba el partido sino que firmaba una marca sin precedentes en la historia del torneo (16).
Los últimos minutos, hasta el 83-100 final, solo sirvieron para que Llull (5/5 en triples) le pusiera la guinda al registro histórico madridista, para que el Real Madrid ganara confianza antes de la final y para que Savané saliese aclamado como un héroe de la que fue y es su casa.
Como en las últimas 4 semifinales, el Real Madrid consiguió un triunfo que le vuelve a colocar en la final, a un partido de revalidar el título que Llull conquistó en Málaga. El Barça espera.