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Desde el año 2015 que el continente americano se ha teñido de vinotinto, con el impensado dominio de la Venezuela del Che García. De la mano del entrenador argentino y una base de jugadores repetida, los venezolanos se quedaron con dos Sudamericanos (2014 y 2016), además del histórico título en el Preolímpico de México 2015. 

Si hay un equipo probado en diferentes batallas, de las cuales ha salido victorioso en su gran mayoría, es este Venezuela. Igualmente, está claro que no la tendrán nada fácil en esta AmeriCup, comenzando por las exigencias del Grupo B: enfrentan en Bahía Blanca a Argentina, Canadá e Islas Vírgenes, con la ventaja de que si el seleccionado de Sergio Hernández ocupa el primer lugar, el segundo también avanzará al Final Four de Córdoba.

De cara a este torneo, Venezuela presenta algunas bajas importantes, como la ya habitual de Greivis Vásquez. Al base NBA se le suman ausencias del calibre de Miguel Marriaga, David Cubillán, Dwight Lewis y Gregory Echenique, todos habituales de las convocatorias del Che en estos últimos años.

¿Quiénes sí están? La columna vertebral del equipo se mantiene, con valores como Heissler Guillent, Gregory y José Vargas, John Cox, Néstor Colmenares, Miguel Ruiz y Windi Graterol. En los puestos restantes para el 12 final hay mayor paridad, con una segunda oleada de jugadores entre 23 y 27 años que quieren aprovechar los huecos dejados por los veteranos que no están disponibles.

Más allá de los nombres, la identidad del equipo no cambiará: defensa muy dura, intensidad y velocidad en transición. A la vez, claro está, tendrán que volver a luchar contra un par de puntos claves: la falta de presencia cerca del aro (Colmenares, de 2,03 de estatura, es su principal referencia para jugar de espaldas) y ciertas dificultades para fluir ofensivamente en la media cancha, al carecer de anotadores naturales (sacando a Cox y Guillent).

De los últimos torneos en América,  no hay dudas de que este es el que menos favorecido tiene a los venezolanos. Por los rivales, por las bajas, porque ya no es sorpresa. Sin embargo, la mística del equipo sigue intacta y con eso ya demostraron que les alcanza para sorprender a propios y extraños. Todos ya aprendieron a no volver a subestimarlos.

La preselección