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A fines de enero de 1994, Peñarol de Mar del Plata recibía a Atenas de Córdoba en el viejo Superdomo, con un invicto de 17 partidos al mando de Néstor García. El equipo, que no podía contar con Ariel Bernardini por lesión, era una de las sensaciones de la Liga Nacional. Pero esa noche quedó marcada por una visita inesperada: Diego Maradona irrumpió en el estadio, el 10 no solo alentó, sino que también se metió en el rol de entrenador.

La presencia de Maradona descolocó a varios. Finalmente, Peñarol perdió contra el poderoso Atenas de Milanesio, Cole, Osella y Villar. Algunos bromearon con que Diego había sido "mufa", aunque meses después el equipo marplatense terminó celebrando su primer título de Liga Nacional.

Maradona, que vibró con cada jugada y hasta lanzó indicaciones desde la tribuna, mencionó con admiración a aquel equipo. Cuatro meses después, en diálogo con Adrián Paenza en Canal 13, le dedicó unas palabras: "Quisiera decir que Peñarol en la Argentina es lo más grande que hay. Con Néstor García, con Esteban de la Fuente, con Richotti, con Diego Maggi, un maestro. Ojalá que gane la Liga Nacional".

Lo que Diego no se esperaba era que en pleno partido también recibiría una "marcada" de cancha. En medio de su fanatismo, no pudo evitar hacerle señas a Esteban De La Fuente para que tomara una decisión distinta en el juego. El cabezón, sin dudar, le contestó: "Yo de fútbol no opino, así que no opinés de básquet". Maradona lo miró por un segundo y luego soltó una carcajada. Eso marcó un antes y un después en la relación, un vínculo con "un buen tipo, un tipo con mucho corazón", como recordaría años más tarde De La Fuente.

El camino de ambos se cruzó varias veces. Cuando Esteban pasó a Independiente de General Pico y se coronó campeón en el 95, Maradona luego usó su camiseta mientras entrenaba en el Minella, combinándola con shorts de Boca. El Xeneize fue el siguiente contacto del vínculo, Esteban ya había pasado de Quilmes a Peñarol y tampoco tuvo problemas en trascender la rivalidad jugando para Boca, pese a haberse iniciado en River, club que además era muy cercano a su primera casa. En la vereda azul y oro conectó con el último año profesional del 10. Aquel cruce en el Superdomo fue solo el inicio de una amistad entre dos apellidos que, a su manera, también hicieron historia.

Pablo Catalá / [email protected] 
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