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En 2001, con un título ya ganado y en ascenso al estrellato, Kobe Bryant aparentemente quería modificar la ofensiva que lo llevó a su primer anillo. Phil Jackson notó la inquietud de Kobe y entabló una conversación con él. Para Kobe, había un problema con el ataque y sus habilidades, que era el mismo sistema jugado por Jackson en los Bulls.

"El otro día le dije a Kobe: '¿Cuál es el problema?'", Dijo Jackson. “Él dijo: ‘Es demasiado aburrido para mí. La ofensiva es tan simple. No muestra mi talento'”, compartió el Coach Zen, según ESPN en la época. “Dije: ‘Me doy cuenta de eso. Pero estamos tratando de ganar juegos con la menor cantidad de cosas que salen mal, la menor cantidad de lesiones'. A lo que Kobe dijo: 'Pero no me da lo que necesito para mi juego'".

Como el gran entrenador que fue, Phil no criticó ni ignoró a Kobe. Tampoco le dijo que tenían que seguir sus sistemas porque eso le había dado éxito antes, y al ser el jefe el lo exigía y listo. No, Phil Jackson decidió explicarle, punto por punto y contra argumentando, el motivo de cada cosa que hacía para el equipo. 

Esa charla le generó a Kobe el respeto máximo que se le puede tener a una figura como un entrenador. Bryant estaba sediento de gloria, éxitos y reconocimientos, que a veces pueden llevar a un jugador a sentirse más de lo que es, pero Jackson desarmó la bomba con la característica tan pacífica que tenía al entrenar. 

Kobe y Phil siguieron ganando campeonatos juntos encima. Luego del triplete con Shaq, ganaron otros dos de la mano casi una década más tarde. Con otra ofensiva, nuevos conceptos y un Bryant maduro y entendiendo a la perfección la estructura de un equipo. Pero aquella charla lo marcó para siempre.