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“Papá, hiciste un gran trabajo conmigo. Podés estar tranquilo, desde ahora me puedo arreglar solo. Y te prometo que algún día haré lo mismo por vos”.

Llamado a ser el Yao Ming indio y la puerta que abriría el ingreso de muchos en el país hacia el básquet, la relevancia de Satnam Singh Bhamara era inconmensurable. Las expectativas puestas en él no tenían nombre y lo que le harían en el futuro tampoco. Y no en el mejor de los sentidos.

La historia empieza en India, en un pequeño pueblo llamado Ballo Ke, en el distrito de Barnala de Punjab, que contaba con una población de solo 800 personas. Su papá y sus dos abuelos eran agricultores de trigo y todos esperaban que él siguiera sus pasos.

Pero Balbir, el papá de Satnam, era la persona más alta del pueblo y, apoyándose en la gran altura que prometía el linaje de la familia, todos los habitantes del pueblo le aconsejaron al niño que se dedicara al básquet en alguna de las ciudades más grandes del país.

Sin embargo, la primera dificultad surgía de la poca llegada que tenía el básquet en India a comparación de otros deportes como el cricket, el hockey sobre césped y el fútbol.

De ahí que el padre de Balbir le dijera a su hijo que siguiera sus pasos como agricultor, aunque Satnam, quien tenía casi la misma altura que la mayoría de los adultos de la aldea… cuando apenas tenía nueve años, recibió un consejo de su progenitor.

Tenía que salir del pueblo y el único sendero hacia ese objetivo era el básquet, a pesar de que en India el deporte es semiprofesional y la mayoría de los jugadores de la disciplina tienen otro trabajo para sustentarse.

Entonces, Balbir decidió llevar a Satnam a una cancha de básquet local. Después de luchar inicialmente para comprender el concepto del deporte, el esperado gigante comenzó a mejorar rápidamente.

Singh continuó practicando usando un aro que su padre colocó en un pequeño patio cerca de su casa y los aldeanos, que solían venir a verlo jugar, le pusieron el sobrenombre de Chhotu, que en su lengua materna significaba pequeño, ya que su rápido crecimiento hizo que la pelota se achicara considerablemente cuando la agarraba.

Ese fue el comienzo de una gran historia para Satnam Singh Bhamara. Poco sabía él en ese entonces que estaría haciendo historia para su país en algún momento, y que no sería para nada relajante.

Siguió mejorando y pronto fue aceptado en la Academia de Básquet de Ludhiana (LBA), donde fue entrenado por primera vez por el exentrenador de baloncesto de Punjab y director de la Autoridad Deportiva de India, el doctor Sankaran Subramanian.

Tal fue su asombroso crecimiento que cuando tenía 13 años, Singh ya medía 2,10, pesaba 104 kilos y usaba zapatos de talla 18. A medida que comenzó a tener más exposición, comenzó a idolatrar a estrellas como Kobe Bryant y trató de modelar su juego según los pivotes dominantes del momento como Yao Ming y Dwight Howard.

Dos años más tarde, llevó al equipo juvenil del estado de Punjab a un campeonato nacional que llamó la atención de IMG Reliance, una nueva empresa de marketing de deportes y entretenimiento formada en 2010. El mismo año recibió una beca y fue enviado a Bradenton, Florida para entrenar en la prestigiosa Academia IMG.

Fue allí donde Satnam perfeccionó sus habilidades y probó por primera vez los entrenamientos con pesas, el ingrediente clave para triunfar en el deporte.

Lamentablemente, la otra cara de la moneda era que, a pesar de todo el progreso técnico y táctico que había tenido, la NCAA dictaminó que no era elegible para jugar en la competencia. Su inglés seguía sin evolucionar y académicamente no cumplía con los requisitos estipulados.

2015. Draft de la NBA. La única salida era conseguir un agente, realizar pruebas en el Combine y ante distintas franquicias, y darse a conocer.

Algunos quedaron encantados, otros sabían que estaba verde. Lo importante era que llegase a la liga, había intereses financieros de todo tipo para explotar de forma similar a Yao Ming en China.

Se declaró elegible para el sorteo y todas esas expectativas que la mayoría de los chicos tienen para esa noche era efímeras e insignificantes con respecto a las de Satnam, que en su espalda cargaba la presión de ser la próxima estrella india y no decepcionar a los fanáticos de todo el país, sus padres y seres queridos.

“Con el pick 52 del Draft, los Mavericks seleccionan a Satnam Singh Bhamara”. Su cara cambió. Lloraba, pero no era de emoción, sino para descargar la presión.

El joven de Punjab se convirtió en el primer indio en ser reclutado en la NBA y en el primer jugador proveniente del Draft de 2005 en ingresar al sorteo sin jugar a nivel universitario, en el extranjero como profesional o en la G-League.

Técnicamente el imberbe de 19 años mostraba cosas interesantes. Podía pasar el balón aprovechando su visión, lanzar de tres para abrir la cancha y finalizar cerca del aro. Pero estaba verde, muy verde.

Por los siguientes dos años estuvo en la G-League con Texas Legends, el equipo afiliado de los Mavericks, luego volvió a India y en 2018 se transformó en el primer basquetbolista de su país en llegar a la competencia nacional de Canadá.

Y sí, no jugó ni un minuto en la NBA.

Después, en 2020 lo suspendieron por dos años por un caso de doping en aquella liga de Norteamérica y recientemente, con 26 veranos bajo sus brazos, firmó un contrato para convertirse en luchador profesional de la All Elite Wrestling (AEW).

Trabajó más duro que nadie dentro y fuera de la cancha, hizo todo lo que estaba a su alcance para cumplir un sueño y nada terminó siendo suficiente. Su cuento no fue de hadas y su leyenda quizás con el tiempo sea olvidada. Pasarán los años y con ellos su nombre, su esfuerzo y su lucha.

La vida puede ser una tragedia, y eso es parte de su belleza.

Ignacio Miranda/ [email protected]
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