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La foto que ilustra esta nota lo dice todo. El trío central de la Selección Argentina Femenina mayor (Andrea Boquete, Meli Gretter y Agostina Burani), fundidas en un abrazo, llorando, tras quedar eliminadas anoche de la Americup de México. No fue solo eso. Fue el fin de un sueño, que era estar en París 2024, algo que jamás pudieron conseguir las mujeres en la historia argentina. Pero no fue. Una frustración enorme. Una más. 

Y es una más de varias, quizá la primera en la que el destino estuvo en sus manos, aunque también con un toque de mala suerte, como el tiro de Mungo contra Brasil en la última que no entró y le hubiera dado un triunfo importante anímicamente, o el mal cierre contra Cuba. Pero eso ya es pasado y nada alcanza para cubrir tanta tristeza. Una trompada en la nariz, otra vez. 

Porque esta mala racha se remonta al 2019, a aquel fatídico 7 de agosto, en Lima, cuando por un error increíble Argentina se presentó a su partido contra Colombia por los Panamericanos con el color de camiseta equivocado y no hizo a tiempo a reemplazarlo por el correcto. Empezaría ahí una seguidilla escrita por el Demonio, porque por esos puntos perdidos, Argentina no pudo pelear por las medallas, como demostró estar capacitada para hacer, porque los partidos que jugó los hizo a muy buen nivel. 

Dos años más tarde, en la Americup de Puerto Rico, clasificatorio para el Mundial 2022, la situación fue peor. Tras una larga concentración y entrenamientos con el foco bien claro, empezó bastante bien (un triunfo ante Dominicana y una derrota ante el local), cuando el Covid arrasó al plantel y contagió a tantas chicas que no tuvo forma de presentarse en los siguientes partidos. Ni siquiera pudo pelear para ir al Mundial en la cancha. Quedó descalificada a tal punto, que si hoy uno entra sl sitio oficial de ese torneo, Argentina no aparece en ningún lado. La borraron por completo de todo.

Ahora fue distinto, porque no hubo ningún factor externo. Hicieron por momentos un gran torneo, jugando de igual a igual contra Estados Unidos, teniendo todo para ganarle a Brasil, perdiendo por un mal cierre ante Cuba, ganándole a Venezuela con mucho coraje y jugando un partidazo contra Canadá, que es superior, pero al que lo tenía ahí hasta los últimos minutos. Encima, el sistema, en lugar de permitir que 4 equipos luchen por esas dos plazas clave (5 y 6), que irán al Prerepechaje olímpico de noviembre, hace que solo cuenta la posición en la fase de grupos, y ahí la caída contra Brasil (o Cuba), fue letal. 

La foto de Meli, Andrea y Agostina es tan conmovedora como dolorosa. Porque las tres estuvieron en los tres torneos, son las líderes y representantes más importantes del equipo, y ayer sintieron que las puertas una vez más se les cerraban en la cara.

Chicas, lloren y abrácense mucho porque es la mejor manera de compartir al mismo tiempo el amor y la angustia, pero sepan que, para afuera, lo que quedó es del mismo valor que si se hubiesen clasificado. Por compromiso, entrega, unión y compañerismo. No pudo ser, otra vez. Posiblemente tengan otra chance alguna vez. Se la merecen más que nadie. Pero si esa chance no llega, el camino que transitaron lo hicieron con el mayor de los honores. Nada que reprocharse.