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Manu Ginóbili marcó la carrera de muchos jugadores, de una u otra forma. A veces indirectamente, otras tantas, aún más pocas, de forma muy directa. Una frase, una acción, una forma de ver un espacio, los ejemplos no tienen fin.

Pero quizás muy, pero muy poco vivieron lo que le ocurrió un día a Tomás Zanzottera.

Sí, muy pocos.

“Julio (Lamas) era el entrenador de Obras y la selección. Un día nos llaman a las cuatro de la tarde y nos dicen: ´Chicos, tienen que venir a entrenar porque va a venir alguien que necesita ponerse en forma para un torneo´”, empezó contando el guardia en Extrapase.

A las 17:30 era la reunión. Lo que pasó después no se lo esperaba ni el más optimista. Mucho menos él.

“17:15 encaro para el club, auriculares… Entro al vestuario cantando como un día común, alegre, hinchando los huevos. Y sentando en el locker estaba el señor Emanuel David Ginóbili. Se me cayó la cara al suelo”.

“Ahhh, venís cantando”, le dijo el zurdo.

“Hola Manu, ¿cómo estás? Perdón”, respondió Tomás.

Foto de por medio y hasta un partido de uno contra uno.

“Siento que le hice paridad”, sus sensaciones.

Quien pudiera, quien pudiera. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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