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Para ser el mejor hay que estar preparado y lejos está la suerte de ser un componente fundamental en ese camino. Si, está ese factor, pero no en la misma cantidad que el trabajo y la dedicación para prepararse en busca de ser el mejor. Los jugadores actuales, cada vez con más antelación, van conociendo que el secreto es la ética de trabajo y quizás, por ejemplos que regaron los Generación Dorada, hoy en día cada protagonista sabe que debe invertir mucho de su tiempo para progresar en el básquetbol.

Por estos días, Nicolás Romano es una muestra fehaciente de esto, habiendo sido el MVP de las últimas finales de la Liga Nacional, siendo campeón con San Lorenzo y luego también el más valorado en el Súper 20, ahora con Instituto. Dos premios individuales que acompañaron lo colectivo, sumado a la Selección y esas buenas tareas contra Paraguay, pueden hablar de un jugador listo para descansar en este parate de fiestas, pero nada más alejado de eso.

Descansando unos días en Mina Clavero, Córdoba, el juninense tomó un balón y fue a tirar un rato al aro ¿Dónde? ¿A qué gimnasio fue? A ninguno. Fue a la placita de barrio, al aire libre. Demostrando que cualquier escenario es válido para continuar trabajando y no perder forma. Unos tiritos por la noche y a casa con del deber cumplido, ganándole un día a su vida como basquetbolista y su deseo de superación constante.

Mauro Osores / [email protected]

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