Dos jugadores que pese a no compartir apellido sí comparten una relación filial que les convierte en los primeros hermanos de la historia que se enfrentaron por el título de la NCAA.
“No se trata de una película", aseguraba Jenkins en la previa del choque. "Es increíble cómo ha ido todo, el sacrificio y el esfuerzo que nuestra familia ha tenido que hacer para tener esta oportunidad".
La historia comienza en 2004, cuando los padres de ambos jugadores se conocieron en un torneo infantil en el que los niños comenzaron a entablar una relación de amistad basada en una sana rivalidad en la cancha. Un duelo que en la final universitaria volvería a pasar.
Tras ese verano de 2004 los padres de Jenkins se divorciaron y su madre se mudó a Baltimore junto a su hermana. Felicia Jenkins también metió en su equipaje a sus hijas Kaiya y Kelci y a su hijo Kris, que se alejaba geográficamente de su amigo y rival.
Sin embargo, un fatídico acontecimiento cambiaría para siempre la historia de los dos jóvenes. Tras un embarazo muy complicado, Felicia daba a luz a la pequeña Kori, un bebé que apenas 11 meses después de su nacimiento fallecía víctima de una enfermedad.
Fueron tiempos muy duros para los Jenkins. Sobre todo para Felicia. La madre, sin embargo, no quiso que sus hijos sufrieran por su dolor y habló con el padre de Nate Britt para pedirle si durante el verano de 2005 podía enviar a Kris a su casa para que se entretuviera jugando al baloncesto.
En ese momento nació la relación, pero también la rivalidad entre estos dos jugadores. "Estaban todo el día compitiendo" recuerda el padre de Britt.
Esa afinidad de carácter entre ambos padres hizo posible que cuando Felicia aceptó un trabajo como entrenadora del Benedict College en Columbus, Carolina del Sur, accediera a que su hijo pasara cualquier periodo vacacional en casa de los Britt jugando al baloncesto.
Todo cambió en 2007. Kris, pese a su pasión por el baloncesto, empezaba a llevar su vida por un camino que no era el que su madre había trazado para él. Rodeado de malas compañías, el adolescente comenzó a bajar su rendimiento académico y a tener numerosos problemas extraescolares relacionados con un comportamiento irrespetuoso y desafiante con la autoridad.
Felicia decidió tomar las riendas de la situación y, muy a su pesar, dio un giro radical a los acontecimientos. Tomó la decisión más dolorosa para una madre y llamó al padre de Nate Britt para preguntarle si estaban dispuestos a convertirse en los tutores legales del joven Kris y así apartarle del problemático ambiente en el que se había metido.
"Hablé con mi mujer y le dije que si como madre se imaginaba lo duro que sería tener que pedirle a alguien que se hiciera cargo de su hijo. ¿Cómo podíamos decirle que no?" recuerda el padre de Nate Britt.
Apenas unas semanas después, en el verano de 2007, los Britt ya eran los tutores legales de Jenkins, que legalmente se convertía en hermano de quien hoy es su rival.
Fueron buenos tiempos para el alero de los Wildcats, que sin embargo tuvo que hacer de tripas corazón para no derrumbarse por la ausencia de su madre en el día a día.
Había días en los que me llamaba y me decía que quería volver conmigo", recuerda Felicia Jenkins. "No vas a volver aquí para ser lo que es todo el mundo en este sitio. Gente que no hace nada con su talento y sus capacidades. Te vas a quedar dónde estás, creciendo y madurando mentalmente y vas a trabajar duro. Tienes que entender que esto va más allá del hoy y que aquel es un ambiente más favorable para ti".
Jenkins aceptó su destino y se hizo inseparable de Nate Britt. Dos hermanos que compartían complicidad, pero que competían por todo, incluso por llegar primero al coche tras cenar en un restaurante. Una competitividad que ahora les ha llevado a enfrentarse por un título universitario y poder burlarse de ahora en más en cada cena familiar como todos los hermanos.