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Andre Iguodala llegó a los Warriors en la temporada 2013/14 con el objetivo de aportar experiencia y solidez defensiva a un equipo joven que contaba con Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green. Su impacto fue inmediato, consolidándose como un engranaje clave de la dinastía que marcó una era en la NBA. A pesar de asumir un rol secundario detrás de las estrellas, su importancia se reflejó en los momentos decisivos, como en las Finales de 2015, donde su trabajo sobre LeBron James lo hizo merecedor del premio al MVP. Desde entonces, Iguodala se convirtió en un símbolo de sacrificio y mentalidad ganadora.

Su ética de trabajo quedó inmortalizada en la anécdota que compartió Stephen Curry durante la conferencia de prensa posterior a la ceremonia de retiro de su camiseta. "No era de tomar alcohol. Después de que ganamos nuestro primer campeonato en Cleveland, tomarnos un shot juntos fue un gran momento. Se necesitó un título para que se tomara un shot de tequila", reveló el base, resaltando el compromiso absoluto de su compañero con la causa. Iguodala, que nunca dejó espacio para la relajación antes de cumplir con el objetivo máximo, permitió esa excepción solo cuando ya tenía el trofeo en sus manos.

Esa actitud simbolizó la cultura de los Warriors en su dinastía. Iguodala representaba el sacrificio y el profesionalismo de un equipo que entendía que no había celebraciones antes de la gloria. "Eso encapsula todo el trabajo duro que se necesita. Se requiere esfuerzo constante y sacrificio de todos para experimentar lo que es un campeonato. Entonces, él aflojó algunas de sus reglas personales y tuvo una buena noche con nosotros. Nos lo prometió y cumplió", agregó Curry, destacando la seriedad con la que el alero vivió cada desafío.

Ocho temporadas y cuatro anillos después, Iguodala dejó una marca imborrable en Golden State, no solo como pieza clave en cancha, sino como referente de la mentalidad de campeón. Con su camiseta colgando en lo más alto del Chase Center, su legado seguirá siendo recordado como el de un jugador que nunca se permitió festejar antes de haber conquistado la cima.