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El título de Oklahoma City en 2025 no solo representa la primera consagración en la historia de la franquicia, sino también un hito generacional: es el segundo equipo más joven en ganar un campeonato NBA desde la métrica de “edad ponderada por minutos”. Con 24.6 años de promedio, el Thunder se ubica solo detrás de Portland Trail Blazers de 1977 (24.2) liderados por un Bill Walton de 24 años y tobillos que aún respondían. Casi cinco décadas después, OKC irrumpe en el trono como una tormenta adolescente, sin estrellas entrados en la treintena, con Alex Caruso como el único por encima de los 30, y con una rotación que parece sacada de un campus de elite más que de un vestuario de campeones.

Este es un logro que pone en jaque muchos de los supuestos tradicionales sobre cómo se construyen equipos campeones. La media histórica de edad para equipos campeones ronda los 28 años, con experiencias acumuladas y cuerpos curtidos por la batalla. Pero estos Thunder rompieron el molde, ganando con un núcleo que incluye a Shai Gilgeous-Alexander (26), Jalen Williams (24), Chet Holmgren (23), todos con margen de crecimiento. Lo hicieron además en un contexto de CBA estricto, con límites que desalientan los superequipos millonarios del pasado. Hoy, la fórmula parece otra: draftear bien, desarrollar mejor y apurar el reloj.

Desde 1951 hasta hoy, apenas diez equipos lograron ser campeones con una edad media inferior a los 26.5 años, y ocho de ellos lo hicieron en una NBA muy distinta, entre los años 50 y 70. El único campeón moderno que integraba esa lista, hasta ahora, eran los Golden State Warriors de 2015, cuya revolución desde el triple marcó a toda una generación. Hoy, en una liga saturada por clones de ese sistema, los Thunder se presentan como el nuevo modelo: atléticos, versátiles, largos, sin dependencia de un pivote dominante ni de una súper estrella omnipotente.