El Popovich jugador y su excursión por Bahía Blanca
08:47 04/05/2025 | La NBA podría dividirse históricamente por el momento de Gregg en los banquillos; el antes de Popovich, vigencia y después. Hoy repasaremos la era a.P.
Antes de que Gregg Popovich se convirtiera en una leyenda viviente de la NBA, con cinco anillos, una medalla olímpica y el récord de más victorias en la historia de la liga, fue un base disciplinado y aguerrido de 1.89 metros, que soñaba con representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. Ese anhelo lo trajo, sin saberlo, a la ciudad que décadas más tarde se volvería fundamental en su carrera: Bahía Blanca, la Capital del Básquet. En una noche de julio de aquel año, Popovich pisó el estadio Osvaldo Casanova como parte del equipo preolímpico norteamericano, en un amistoso que terminó en una derrota sorpresiva ante un combinado local de talentos bahienses.
Popovich —inscripto en la planilla como “J. Popovich” y con la número 15— llegó a la Argentina junto a otros 43 jugadores que integraban tres preselecciones distintas, todas formadas por figuras del básquet universitario, ya que los profesionales de la NBA no podían participar en los Juegos. Era un joven de 23 años que venía de destacarse en la Air Force Academy y promediaba 16 puntos por partido. Esa noche en Bahía, sin embargo, solo pudo anotar 9, superado por el talento de Eduardo Polo De Lizaso (31 puntos) y Alberto Cabrera (26), figuras del equipo bahiense que logró un histórico triunfo por 80 a 71.
Aquel encuentro no solo fue una página dorada para el básquet argentino, sino también un punto de inflexión en la vida de Popovich. No fue elegido para formar parte del equipo que luego perdió la final olímpica ante la Unión Soviética en un partido que aún genera polémica. Pero esa frustración sembró otra semilla: al año siguiente, decidió dejar de jugar y comenzar su camino como asistente técnico en la Air Force. Así empezó la era Popovich desde los banquillos.
El dato de su paso por Bahía Blanca quedó perdido en el tiempo. Ni él lo recordaba cuando, en 2005, volvió a la ciudad de la mano de Emanuel Ginóbili, su jugador más emblemático, para conocer Bahiense del Norte y recorrer la tierra que formó a su escolta estrella. Fue recién en 2022 cuando el periodista Mario Minervino reconstruyó aquella noche de 1972 y reveló que Popovich, sin saberlo, ya había pisado ese suelo tres décadas antes. Una conexión silenciosa que el destino se encargó de reactivar con fuerza.
Esa derrota en Bahía fue quizás la última vez que se lo vio en una cancha como jugador en una gira internacional, pero también fue la primera señal de su vínculo con una ciudad que años más tarde marcaría su historia como entrenador. Si existe una era “a.P.” —antes de Popovich—, es porque hubo un Popovich jugador, uno que supo perder y aprender la cepa argenta en la Capital del Básquet.
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