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El United Center volvió a vibrar con un apellido legendario. No fue la silueta del mítico alero de los Bulls, sino la de su hijo, Scotty Pippen Jr., quien convirtió un homenaje familiar en un espectáculo de 30 puntos y 10 asistencias en la victoria de los Grizzlies sobre Chicago (142-131). El legado de su padre, seis veces campeón de la NBA, flotaba en el aire cuando el joven base señaló emocionado la camiseta número 33 en los altos del estadio: “Es un sueño hecho realidad jugar aquí y ganar. Ver el nombre de mi padre allí arriba mientras juego aquí es algo que siempre imaginé”.

El camino de Pippen Jr. no fue sencillo. A diferencia de otros “nepo babies” como Bronny James, no llegó por la puerta grande. No fue drafteado en 2022, y su talento debió pulirse en la G-League con los South Bay Lakers, donde promedió más de 22 puntos por partido. Su gran oportunidad llegó en Memphis, cuando las lesiones de figuras como Ja Morant lo llevaron a un contrato two-way. Aprovechó cada minuto: primero consolidándose en la rotación, y ahora, con un contrato multianual de 9.6 millones de dólares.

El joven Pippen no solo honra el apellido, sino que resalta en su propio mérito. Este año promedia 12.6 puntos, 5.9 asistencias y 3.9 rebotes, pero lo especial de la noche del sábado no fueron solo sus números. Su actuación fue un eco de aquella dinastía de los Bulls que hizo historia en los ‘90. ¿Su futuro? Será un jugador de rol cuando Morant regrese, pero su energía y compromiso prometen convertirlo en una pieza clave del renacer de Memphis. Un nuevo capítulo se abre para la familia Pippen.