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En 2013 finalizó una era en Boston y comenzó otra. El traspaso que llevó a Paul Pierce, histórico de la franquicia, y Kevin Garnett, ídolo desde su llegada, a Brooklyn, inició una época donde los Celtics no miran el apellido en la camiseta a la hora de hacer cambios para seguir siendo competitivos.

Pierce hasta ese momento era un hombre de un solo equipo y terminaría su carrera con pasos por los Nets, los Wizards y los Clippers. Por su lado, el pivote pasó por los Nets y terminó su carrera como mentor en los Timberwolves, el lugar de sus inicios en la NBA.

Gracias a este traspaso, terminaron llegando vía draft Jayson Tatum y Jaylen Brown años después, además de un Marcus Smart que poco a poco se ganó a los fans de la franquicia con su entrega.

Desde 2015 hasta 2017 nació uno de los más queridos de la década pasada en Boston, con la llegada de un Isaiah Thomas que explotó y llegó a ser All-Star después de ser elegido en la últioma posición del draft en 2011. El base hasta llegó a jugar luego de haber perdido a su hermana en un accidente de tránsito en 2017. Sin embargo, poco importó cuando apareció la chance de que llegara Kyrie Irving y lo traspasó a Cleveland.

Ahora con el bueno de Smart pasó algo similar. Brad Stevens y la gerencia entendió que necesitaban fortaleza interior y no dudó en dejar ir al Mejor Defensor de la 2021-22, a quien mandaron a los Grizzlies y dejaron dolido a más de uno.