Reaccionar ante una situación adversa nueva
21:04 26/07/2021 | Argentina empezó muy mal los Juegos Olímpicos, como nunca le había pasado antes. Reflexiones sobre su juego y sensaciones antes de España.
La expectativa y ansiedad por comenzar los Juegos de Tokio no eran los habituales. Por muchos factores. Uno, por la espera extra de un año, con todo lo vivido en el medio. Otro, por confirmar si lo del Mundial de China había sido sostenible o una excepción. Otro, por ser el inicio del último torneo de Scola. Otro, por ver si se podía doblar la apuesta con un sistema de juego. Y podríamos agregar varios ítems más, de distinta importancia.
La autoestima general, al momento del pitazo inicial, se veía altísima, quizá incluso demasiado. Se veía a la distancia que todos estaban con mucha confianza. Para colmo, en el tercer ataque argentino, primera vez que se pudo utilizar el sistema de lanzar dentro de los 7 segundos, la bomba de Campazzo cayó adentro. Nada podía salir mal, pero todo terminó saliendo mal.
Viendo de nuevo el partido, nos quedan sensaciones bastante distintas a las que nos quedaron en vivo. Es cierto que Luka Doncic rompió el tanteador de entrada con 5 acciones seguidas de 3 puntos (3 triples, 3 libres por falta a un tiro de 3 y un 2+1), pero si nos atenemos a lo estrictamente tangible, a los 4 minutos del segundo cuarto, Argentina estaba 34-39, totalmente en partido. Doncic ya tenía 21 puntos, más del 50% de los de su equipo.
En los siguientes 3m20s, los de Hernández tuvieron una enorme cantidad de errores no forzados: 4 malos tiros (todos de tres puntos), mal tomados, una falta de ataque de Scola, una técnica a Oveja por una falta clara no cobrada a Doncic sobre Garino, y 3 rebotes en ataque de Eslovenia en dos ataques, que significaron 4 puntos, para un parcial de 12-0, que le dio 17 de ventaja, 51-34. Todo lo que vino después, no es analizable. El partido terminó ahí. Después fue nadar en un mar de dulce de leche todo el partido. ¿Cuál fue la injerencia de Doncic en esos 3 minutos 20? Metió los dos dobles de rebote de ataque mencionados, tapó a Garino y dio 2 asistencias. Falló los dos triples que tiró, bien defendido. Nada que uno no imagine que Luka iba a hacer.
¿Fue más determinante entonces en el juego cómo se defendió a Doncic o todo lo que se falló ofensivamente? En la película entera, la planilla de Doncic desborda números despampanantes. Y es cierto que, tras ese 12-0, el partido se fue completamente de cauce. Sin entrar en comparaciones, se ha puesto todo el peso de la derrota en lo que hizo Luka, y muy poca en la escasísima eficiencia en ataque, no solo en los tiros de tres puntos, sino también en el movimiento del balón, en la buena selección de lanzamientos y en las pérdidas. Es cierto que ambas situaciones van de la mano, aunque difícil dilucidar si una no generó a la otra.
Pero el partido ya pasó. Miremos para adelante. La Argentinidad al Palo de la Bersuit debe ser en lenguaje sencillo una de las canciones que mejor sintetiza el ser argentino, y esta madrugada retumbó durante el juego. Se arrancó sintiéndonos los mejores del mundo y a los 5 minutos ya se aseguraba que no se podía competir. Ni una ni la otra, obviamente.
Acá hay varias cuestiones a analizar. La primera es que este grupo se viene consolidando desde el Preolímpico 2015, y la única vez que se vio totalmente superado por la situación fue en la final del Mundial, ante España. Quizá podríamos nombrar también la final de la Americup 2017, en donde se desperdició una ventaja de 20 puntos para terminar perdiendo. Pero en ambos casos, no había revancha posterior. No había una reacción que mostrar.
Argentina fue a los Juegos a dar su mejor versión, algo que podía darse ganando o perdiendo. Hoy dio una de sus peores versiones, y claramente perdió. Eso no cambia ni el status individual ni el colectivo. Son los mismos que fueron subcampeones del mundo, los mismos que han seguido creciendo. ¿Se confiaron demasiado? Puede ser. Lo sabrán ellos. ¿No funcionó el buscar tiros rápidos para suplantar la falta de juego estacionado? Claramente.
Lo que Argentina no puede ni debe hacer es dejar de creer. Que no es lo mismo que confiarse. No hay que quemar los libros. Este equipo tiene, como todos, fortalezas y debilidades. Ante Eslovenia expuso sus debilidades. Difícil que sus fortalezas sigan desaparecidas en el resto del torneo. Emocionalmente el equipo deberá tener una reacción. ¿Es una prueba? Sí, una nueva. No había ocurrido antes. Quizá sea la prueba que necesitaba este equipo para resetearse. Para darse cuenta que lo de China fue producto de algo.
En el deporte, más en uno como el básquet, como decía el sabio de León Najnudel, los melones en el camión se terminan acomodando adonde van. Y si uno hace las cosas mal, o se equivoca, queda en evidencia. Argentina no hizo muchas cosas bien ante Eslovenia, tendrá un enorme desafío ante España el jueves, y de acuerdo a ese resultado, otro más o menos grande ante Japón. Lo no negociable es entregar las banderas. Si Argentina está donde está desde hace 20 años, es porque no dramatizó las derrotas, porque no traicionó su filosofía y porque jamás buscó salvarse individualmente. Si recupera eso, y pierde, no pasa nada. Los otros habrán sido mejores. Se ha ido tanta gente hermosa y valiosa este año y medio, que volverse loco por un juego suena más absurdo que nunca. No caigamos en la tentación.
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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