Una pelota de básquet, el motor de Jason McElwain para luchar el autismo
12:37 21/04/2025 | Solo jugó 4 minutos en su etapa estudiantil y le alcanzó para meter 20 puntos. Es un emblema en la lucha contra la condición. Una historia de superación.
Muchas veces se habla de vidas de superación con estrellas de la NBA que pasaron por infancias traumáticas, o que pudieron superar problemas con las drogas, el alcohol o incluso con crímenes, muertes o robos. Algunos también pasan por lesiones de gravedad que ponen en jaque la continuidad de sus carreras. Pero pocos casos de superación hay en el básquet como la historia de Jason McElwain.
Aunque en este caso puntual, Jason nunca fue un jugador profesional ni superó inconvenientes para poder hacer su carrera, sino todo lo contrario. La vida de McElwain cambió gracias al básquet y le abrió un abanico de posibilidades, le mostró el mundo distinto, su mundo de manera distinta. El joven sufre autismo y la pelota anaranjada fue el motor que le abrió nuevas puertas, una vida nueva.
Jason nació en Rochester, New York, el 1 de octubre de 1987. A los 2 años le diagnosticaron autismo. No consiguió hablar hasta cumplir 5. La interacción con otros chicos era nula, hasta que apareció en su vida una pelota de básquet, la pasión de su hermano. Josh lanzaba a un aro y Jason a un tacho de basura. Pasaron de hacerlo juntos en el patio de su casa hasta un gimnasio de una escuela. Esta situación le permitió a Jason generar vínculos con otros chicos y también amistades.
En el Greece Athena High School, pasó de ser un hincha a mucho más: el equipo de básquet lo había integrado y nombrado capitán de honor y asistente del entrenador Jim Johnson. Luego de tres años como utilero de sus compañeros, lo anotaron como jugador de cara a la última temporada. Sobre la decisión que tomaron sus compañeros de equipo, tiempo después el propio McElwain destacó: “Fui un gran utilero. Llegaba cansado porque corría del aula al gimnasio y jamás se me cayó una toalla o un vaso. Probablemente me premiaron por eso”. Era un aficionado de las estadísticas y solía acercarle datos al entrenador con situaciones, análisis y opciones que creía que podía serle útil. Pero no solo eso, también era la primera opción cuando algún integrante del equipo no se presentaba al entrenamiento.
Todo cambiaría el 15 de febrero de 2006. Era el último partido de la temporada y a falta de 4 minutos para el final y con el partido definido, Jason salió a la cancha ante la ovación del público que llenaba el estadio alentando a su compañero.
La primera pelota que tocó resultó un tiro fallado, y la segunda también. Pero al tercer intento, Jason hizo un triple, y a partir de ahí la magia sucedió en el gimnasio. El joven continuó tirando, y anotando, hasta conseguir 6 triples. Tanto sus compañeros de equipo como el público de las tribunas, mostraban su asombro, su alegría y su emoción por lo que estaban viviendo. Jason consiguió 20 puntos en tan solo 4 minutos, una gesta que en el instituto recordarán para siempre. Su madre, Debbie, dijo tras ese partido: “El autismo a veces es como el Muro de Berlín. Mi hijo lo rompió".
Luego de ese día, y por recomendación de los especialistas, Jason no volvió a jugar un partido de esas características, con puntos en juego, hasta después de varios años. Su familia lo entendió. Él aceptó. La noticia había llegado a los medios nacionales. Una presión innecesaria. Incluso recibió, con todo merecimiento, el premio al mejor momento deportivo del año de la ESPN. Superando nada más y nada menos que los 81 puntos que Kobe Bryant le había metido a Toronto Raptors.
Hubo una gran cantidad de personalidades que quisieron conocer al joven luego de su debut en el high school y su lucha importante contra el autismo, pero también algunas estrellas de la NBA, como Kobe Bryant, Magic Johnson y Steve Kerr, entre otros. Pero no solo ellos, también George Buss durante su presidencia en los Estados Unidos.
En 2008 logró otra hazaña importante en su vida: escribió un libro el cual se llamó ‘The game of my life’ (El juego de mi vida). Pero tuvo otros capítulos importantes en su vida. En 2016, Rochester Razorsharks, un equipo profesional de una de liga menor, lo contrató por un día. Se enfrentaron a Western New York Thundersnow. Se repitiría la historia. Si el equipo generaba una ventaja importante, Jason jugaría. Así fue. Colaboró con 10 puntos con 2 triples incluidos.
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