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Tras anunciar su retiro de la NBA luego de ganar el sexto anillo en 1998, parecía que esa vez era en serio que Jordan no iba a volver a jugar. Sin embargo, tras meterse en la dirigencia de los Wizards, de a poco fue creciendo la idea de regresar a las canchas al punto de que lo hizo para la temporada 2001/02.

El propósito de volver a jugar era que su salario lo donaría para ayudar a las familias de las víctimas del ataque a las Torres Gemelas, que había sucedido pocas semanas antes. Además de eso, llenó el estadio de los Wizards durante las dos temporadas que disputó y también lo hizo con los de sus rivales.

Sin embargo, no era el mismo Jordan que había brillado en la década anterior ya que, claramente, los años no llegan solos. Pero la pelota seguía llegándole como si nada hubiera cambiado y eso fastidiaba a sus compañeros, quienes consideraban que la leyenda no estaba para ponerse los cortos y entrar a la cancha.

Uno de ellos fue Jerry Stackhouse, que llegó desde los Pistons para la 2002/03 y que en ningún momento se adaptó a jugar con Jordan. "Con toda honestidad, ojalá no hubiera pasado yo por los Wizards. Estaba en Detroit en un equipo que iba a más y cuando parecía que podíamos hacer algo importante, me mandaron a Washington”, explicó Stackhouse.

Si bien era su referente, contó que “fue difícil jugar con alguien que era tu ídolo pero que en ese momento no era mejor que yo. Yo, en ese punto, era mejor. Y el juego seguía pasando por él. Doug Collins, y no tengo nada contra él, al contrario, intentó corregir algunas de las cosas que igual creía que no había hecho bien con Jordan en Chicago”.

Además, reveló algunos detalles de la relación que mantenía con Michael: “Así que básicamente hacíamos lo que quería Jordan. Empezamos bien, pero a él no le gustó porque yo era el referente en ataque. Jordan quería más aclarados en el poste, y eso empezamos a hacer. Las cosas tomaron una dinámica que acabó no gustándome nada. Perdí parte de la adoración que había sentido por él hasta entonces".