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Los Celtics se encuentran activos en distintos ámbitos. En el deportivo siguen en carrera en busca del bicampeonato de la NBA. Sin embargo, también lo están desde la planificación económica, en una campaña que puede ser la última con este plantel repleto de figuras y que le cuesta a la franquicia una tonelada de dólares.

Ya desde julio pasado, luego de festejar el campeonato, que Wyc Grousbeck anunció que venderían a la franquicia por “consideraciones patrimoniales y de planificación familiar”. En ese contexto, en marzo de este año se vendió por 6.100 millones de dólares a un grupo dirigido por Bill Chisolm.

Como explican los abogados del bufete de Massachusetts Samuel, Sayward & Baler LLC, si el mayor de los Grousbeck muriera con una participación en los Celtics, estaría sujeto a un fuerte impuesto federal de sucesiones. Los activos por valor de más de 13.6 millones de dólares están gravados con un 40%, según el bufete. Al vender su participación, ese activo se convierte en efectivo, que es mucho más fácil de planificar.

La transacción sería por partes, primero la venta del 51% de la franquicia previa a la aprobación de la junta de gobernadores de la NBA. En ese contexto, los propietarios de la parte minoritaria tienen la posibilidad de mantener sus posiciones hasta 2028, cuando sus acciones se venderán hasta a un 20% más, según Associated Press. Eso llevará el precio total a 7.300 millones de dólares.

Pero en lo económico, los altos salarios obligarán a la franquicia a pagar 270 millones de dólares en impuestos de lujo cuando termine la temporada.

Y pase lo que pase, los Celtics deberán la cantidad sin precedentes de 270 millones de dólares en impuestos cuando terminen las Finales. Pero también la adquisición por parte de Chislom pone a prueba las normas de propiedad de capital privado de la NBA.

La empresa de capital riesgo Sixth Street Partners habría comprometido más dinero que Chisholm, lo que va en contra de las normas de la NBA sobre propiedad de capital riesgo, establecidas por primera vez en 2020. Y en ese contexto, deberán conseguir inversores adicionales para que la compra se haga realidad y sea aprobada.

Así, el aspecto del tope salarial también se convierte en una incógnita en la actualidad, con la franquicia en el segundo apron de la escala. Jayson Tatum (opción de jugador hasta 29/30) y Jaylen Brown (firmado hasta la 28/29) firmaron contratos supermax por 562 millones entre ambos y no se irán. Además, se apunta a la continuidad asegurada de un Derrick White fundamental, que firmó por 125.9 millones por cuatro años.

Y esto lleva a que otras figuras tengan que dejar el equipo al corto plazo. Por ello Kristaps Porzingis y Jrue Holiday serían los salarios a traspasar por parte de Brad Stevens. También dejaría el equipo Al Horford. Todo esto en el contexto donde a partir de la temporada que viene saltarán al segundo apron, perdiendo capacidad comercial y de excepciones de nivel medio. Sin ir más lejos, van a pagar 228 millones de dólares según estimaciones el año que viene, siendo los de mayores salarios con 10 millones por encima de los Suns, segundos en esa escala.

Si no hacen movimientos, deberían pagar gastos por 500 millones en impuestos y salarios. Los 270 serían 100 millones más que el récord en la 23/24 de los Warriors, que gastaron 176.9 millones de dólares

Y con ese contexto Boston en lo deportivo no se salió del libreto y consiguió la clasificación a playoffs como segundo de la Conferencia Este. Y superó a Orlando en la primera ronda de la postemporada por 4-1. Una chance de ir por el segundo campeonato consecutivo antes de comenzar cambios por esta obligación económica, con un futuro incierto para los de Joe Mazzulla.