Mi club de barrio / Roberto Acuña

"Se me vienen miles de recuerdos cuando voy al club"

13:33 26/09/2016 | En poco tiempo, a Roberto Acuña le cambió la vida y de repartir pollos en bicicleta pasó a participar de los Juegos Olímpicos. Por eso, siempre recuerda sus orígenes en Atlético Rafaela.

Aunque no haya sido la figura de la selección argentina, la historia de Roberto Acuña ha recorrido el país como una de esos cuentos que parecen demasiado irreales como para ser verdad. En pocos años pasó de ayudar a su familia en el repato de pollos, a jugar el torneo local, loego el Federal, el TNA, la Liga, pasar al Peñarol de su ídolo Leo Gutiérrez y, como cereza del postre, a integrar la selección y terminar participando de los Juegos Olímpicos. Y todo empezó en su ciudad natal Rafaela, Santa Fe. En Atlético, su primer club.
 
“A los 5 años mis viejos me llevaron al club. A una canchita. Para hacer algún deporte, sin esperar obviamente que iba a llegar a lo que llegué. Y me quedé hasta los 18 años. Esos 13 años me dieron un montón de cosas, sobre todo amistades, compañerismo. Recuerdo mucho los encuentros donde uno dormía en la casa de otro chico y después ellos venían a su casa. Compartir diferentes momentos con clubes de la región y estar todo el día en el club era una experiencia bárbara”
 
El Toro viene de familia de deportistas, así que no había forma de que no tuviera vida de club, por eso sabían que ése era el mejor lugar para Roberto. “Al principio, además de jugar al básquet, durante varios años hice también mountain bike y ciclismo. Pero un día me agarró mi viejo y me dejó en claro cuáles eran las diferencias. ‘Ya es hora de que te decidas, porque no podés hacer las dos cosas. Si te entrenás duro, le dedicás tiempo, con el básquet podés llegar a vivir, pero con el ciclismo vas a tener que poner plata siempre’. Obviamente elegí el básquet, porque era cierto lo que decía mi viejo. Cuando competía en bici había que estar siempre juntando plata para las cubiertas y todo eso”.
 
El básquet fue un buen deporte para un muchacho corpulento, bastante inquieto por cierto. “Cuando iba al club, además de entrenarme con mi categoría, siempre me quedaba a ver los partidos de los más grandes, corriendo de un lado para el otro todo transpirado, subiendo y bajando escaleras. Fue una infancia muy linda. Era bastante molesto. No paraba nunca”.
 
Pese a eso, el club era el mejor lugar para Roberto, porque por su edad, estar en la calle ya era un problema que se vivía en todas las ciudades del país. “Como las cosas en la calle estaban jodidas, para mis viejos era una tranquilidad que yo me quedara en el club, con los profes y haciendo amistades buenas”.
 
Como casi todos los chicos que se criaron en ese ambiente, hay un recuerdo que nunca se olvida: “La primera vez que me puse la camiseta. La primera vez que jugué para la primera local. Tendría 15 años más o menos. Jugaba bastante porque era el más alto de toda la camada. No era muy bueno, pero cerca del aro la metía”. Además, Acuña vivía con intensidad la vida de club. “Pasaba mucho tiempo viendo cómo se entrenaba el equipo de fútbol. También a las chicas del voley. Y un clásico, siendo más chico, era revolcarse en las colchonetas de los que hacían gimnasia deportiva”.
 
Roberto, como todos, hizo grandes amistades en Atlético Rafaela. “Con todos mis compañeros de esa época sigo en contacto. Muchos son ahora profes de los más chicos, o de la primera local, y me emocioné mucho hace unos días cuando fui y me abrazaron. Algunos incluso fueron a Río. Fue hermoso. Cada vez que voy al club se me vienen a la cabeza miles de recuerdos. Me acuerdo cuando muchas veces iba y me entrenaba solo. Con el profe. Los partidos ganados, los perdidos. Un montón de cosas”.
 
Como parte de la devolución hacia lo que recibió, Roberto ahora participa de una escuelita en la que su mensaje es básicamente dar el ejemplo de que con dedicación, esfuerzo y confianza en uno mismo, se puede llegar. 
 
 

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