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Phil Jackson, todos lo saben, es una persona especial. Seguidor del budismo y la filosofía zen, ha tenido con sus distintos equipos conductas que tienen que ver con eso y, quizá, fue esa forma de ser la que lo llevó a tener tanto éxito. También a vivir anécdotas de todo tipo. En estas semanas iremos tirando varias de ellas. 

La que tocamos hoy tiene que ver con la etapa en la que dejó Chicago Bulls en 1998 y se tomó un año sabático. En realidad, la idea del matrimonio de Phil Jackson con su esposa June era no volver a esa locura de viajes y ausencia. Pero llegó un momento en el que Phil estaba deseoso de volver y eso terminó provocando la ruptura de la pareja. 

Fue así que Jackson volvió a vivir a Montana, desde donde durante el receso de la temporada, en 1999, decidió ir con sus hijos de vacaciones al lago Iliamna, en Alaska. La idea era tener jornadas de pesca con mosca y, sobre todo, mucha tranquilidad. 

Tanta tranquilidad, que no tenía idea de nada de lo que estaba pasando en el mundo real. Jackson y sus hijos Ben y Charlie, uno de esos días, terminaron temprano la jornada de pesca (un fracaso), y volvieron al pueblo tras visitar las cataratas. Fue entonces que ocurrió lo impensado. 

Un niño esquimal (en realidad, un inuit), se le acercó al verlo y le preguntó si era Phil Jackson. Al contestarle que sí, llegó la sorpresa: "“Acabamos de enterarnos de que los Lakers lo han fichado". Jackson no entendía lo que pasaba. "¿Cómo lo saben?", les dijo. "Porque tenemos una parabólica y recién lo dijo ESPN". 

Si bien Phil se había ido a Alaska tras conversar con su agente sobre las posibilidades de cerrar en los Lakers, la falta de comunicación en Alaska lo había apartado un poco de las noticias. Fue así que, increíblemente, se enteró de uno de los cambios y trabajos más profundos de su vida de boca de un niño esquimal.