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13 años atrás, Steph Curry era apenas un niño, aunque no como cualquier otro. Su padre, Dell, era una estrella de la NBA y considerado uno de los mejores tiradores de su época. El hombre que brillara en los Hornets y actualmente aparece entre los 40 mejores tripleros de la historia, tanto en conversiones como en porcentaje, nunca podría imaginar que ese nene que lo seguía a todos lados y lo miraba desde el banco de suplentes, un día lo iba a superar.

Aunque en realidad, no sólo superó a su padre. Curry confirmó ayer lo que muchos pensaban: que es el tirador más peligroso de toda la competencia. Su título en el Torneo de Triples, incluyendo una ronda final de 27 puntos que devastó cualquier marca pasada, hablan a las claras de su mano más que privilegiada.

Aunque este es el cuarto Torneo en el que participa Curry, es el primero que logra llevarse. En el 2010 perdió con Paul Pierce, en el 2013 con Kyrie Irving y el año pasado, con Marco Belinelli. En esta oportunidad, el hombre de los Warriors, clave para el excelente presente del equipo y candidato serio a MVP de la campaña, no iba a ser detenido.

Pero los Torneos de Triples, como decíamos, no son una novedad para Steph, quien en 1992 veía como su padre Dell competía en lo que era apenas la séptima edición del evento. En aquella oportunidad, el mortal tirador Craig Hodges consiguió su tricampeonato. Los Curry, papá en la cancha y el pequeño Stephen en el banco, observando y aprendiendo, tuvieron revancha en 1994, pero esta vez, fue Mark Price el que les negó el festejo.

Cinco ediciones tuvieron que pasar hasta que padre-hijo, ahora con los roles invertidos, pudieran celebrar, pero la espera valió la pena. La performance de Stephen Curry será recordada por mucho tiempo y no creemos que vaya a ser superada en un buen rato. 

Hay quienes dicen que los hijos son versiones mejoradas de sus padres y al menos en lo basquetbolístico, esto es cierto en el caso de Steph y Dell. El base de los Warriors nació en el seno de la NBA, en pleno estrellato de su papá y lo cierto es que no parece haber tenido demasiadas opciones a la hora de elegir su carrera.

Su aprendizaje con un maestro tan cercano como su propio padre, más el talento natural heredado y su duro trabajo, hicieron que Curry no sólo se transformara en esos hombres que solía admirar desde el costado de la cancha cuando era chico, sino que además los superara. Hoy, ya con 26 años, es difícil determinar cual es su techo, pero algo es seguro: esté a la altura que esté, no va a ser capaz de bloquear su perfecto lanzamiento.