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Kyle Lowry se ha consolidado como uno de los máximos referentes en la historia de los Toronto Raptors. Marcó un antes y un después en la competitividad de la franquicia junto a DeMar DeRozan, se quedó luego del traspaso de este último a San Antonio Spurs y fue el ladero de Kawhi Leonard en la primera consagración de la institución en la NBA hace apenas un año. Pero, aunque pocos lo recuerden, tuvo un paso por otros dos equipos: Memphis Grizzlies y Houston Rockets.

Los primeros fueron los encargados de seleccionarlo en el Draft de 2006, precisamente en el puesto 24. El base tuvo un paso de dos temporadas y media, en el que se destaca lo hecho en la 2007/08 cuando promedió 9,6 puntos y 3,6 asistencias y participó de todos los partidos, a pesar de ser titular en tan solo nueve de ellos. Un año más tarde, un traspaso a tres bandas lo depositó en el conjunto texano.

Allí, Lowry emergió como un base confiable y capaz de hacerse con el manejo ofensivo de una organización. Fueron cuatro campañas y media y en las últimas dos rebasó los 13 puntos, las 6 asistencias y el robo de media por enfrentamiento. Pero, pese a sus buenos rendimientos en cuanto a lo estadístico, los Rockets comenzaron a buscar una manera de sacárselo de encima para reconstruir en esa función. Mientras tanto, los Raptors intentaban tentar a creadores de juego como Steve Nash y recibían negativas constantes.

En 2012, finalmente, ambos llegaron a un acuerdo y Houston lo negoció a los canadienses a cambio de Gary Forbes y una primera ronda protegida del Draft. Para Toronto fue, tal vez, uno de los más grandes movimientos que hayan hecho en el mercado: desde ese entonces, el perimetral fue cinco veces All-Star y actualmente es el líder de la franquicia en triples, robos, asistencias y Win Shares.