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Sobre fines de enero de 1989, el Polideportivo Carlos Cerutti de Córdoba se vistió de gala para recibir al flamante Juego de las Estrellas, que realizaría su segunda edición tras el flamante debut en el Superdomo de Mar del Plata el año anterior. 

La Asociación de Jugadores buscaba que su evento tuviera la participación de todos y se preocupaba por encontrar representantes dignos para las actividades extras, como el campeonato de triples o el torneo de volcadas, copiado de la NBA.

Ell campeonato de volcadas no había sido de gran nivel en 1988, pero en 1989 había un pibito de 17 años de Sport Club de Cañada de Gómez que hacía piruetas y la enterraba con violencia. Era flaquito y se llamaba Hugo Sconochini. Sus acciones lo pusieron en la final contra un veterano (comparativamente hablando), Luis Villar, que tenía...21. 

"La foto es cuando me entregan la plaqueta a mí por ganar este torneo -recuerda el Mili-. La realidad es que Hugo volaba y hacía las mejores volcadas, pero ese día arriesgó de más y erró la volcada final, por lo que yo solamente con meterla ganaba, así que hice una volcada a dos manos tranqui y me llevé el premio". 

La foto demuestra la desazón de Hugo, que por intentar hacer algo original se quedó sin nada. Dice Villar: "En la foto se ve cuando la gente lo aplaude, reconociéndole que le había puesto muchas ganas, pero la plaqueta me la llevé yo, jeje". 

Después de ese Juego, Sconochini jugó su segunda temporada en la Liga Nacional con su Sport Club, con Julio Lamas, y partió a Italia, fichado por el Reggio Calabria, iniciando una carrera excepcional que tuvo su broche perfecto con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, siendo el capitán del equipo.