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No hay mucho que decir de por qué está Fenerbahce en esta F4. Es el club, después de Fenerbahce, que más dinero invierte y, normalmente, lo invierte bien. Este año tenía un desafío importante, que era reemplazar a sus dos máximas figuras del campeón 2017: Bogdan Bogdanovic y Ekpe Udoh, ambos partidos a la NBA.

Obradovic reformuló el equipo, hizo algunas incorporaciones, pero mantuvo la base que estuvo construyendo desde que llegó en el 2013. Obradovic sabe lo que hay que tener para llegar a una F4. Lo ha logrado 17 veces en su carrera como entrenador (llegó con todos sus equipos desde que debutó como DT de Partizán), más una como jugador, logrando la bestialidad de 9 títulos. 

Sin Bogdanovic, su participación ofensiva la tomó Wanamaker (el hombre que estuvo a punto de ir al Madrid cuando se lesionó Llull), y sin Udoh su tarea la cumplieron entre varios: más Vesely, Melli y Thompson. Pero no bajó la intensidad ni la energía. Obradovic mantuvo a sus soldados principales (Sloukas, Alí Muhammed (ex Bobby Dixon), Luigi Datome, Nikola Kalinic y Jan Vesely). 

Le costó un poco adaptarse al nuevo plantel, pero lo terminó haciendo en el momento que hacía falta: sobre la segunda mitad de la serie regular. Hoy llega como máximo favorito porque, si bien no está en su casa, Estambul, es casi como si lo estuviera. Belgrado no olvida a su hijo Zeljko.