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Apenas un par de días después de que terminara la temporada 2015/16 de la NBA y a unas 24 horas del Draft, llegó el primer bombazo del mercado: Derrick Rose fue traspasado a los New York Knicks, a cambio de José Calderón, Robin Lopez y Jerian Grant. Justin Holiday y un pick de segunda ronda (2017), también se fueron para La Gran Manzana.

La estrategia de los Knicks de Phil Jackson es clara: armar un equipo con nombres importantes, con la posibilidad de que se sume Dwight Howard (agente libre). El trio Rose-Anthony-Howard va a vender tickets y hacer relevantes a los Knicks, ¿pero puede funcionar desde un punto de vista deportivo?

En principio, se trata de jugadores que básicamente por cuestiones físicas y de lesiones (especialmente Rose y Howard), parecen haber dejado atrás el pico de sus carreras. De hecho, ninguno de los tres viene de hacer una buena 2015/16. Es cierto que podrían juntarlos con un gran proyecto como Kristaps Porzingis, pero habrá que ver si es suficiente. Eso, en el hipotético caso que logren fichar a Howard, claro está.

Para los Bulls, el traspaso parece tener más sentido y es un fuerte respaldo a la nueva cara de la franquicia, Jimmy Butler, quien no parecía tener una gran relación con Rose. Chicago tiene que entrar en un plan de transición y con el base salido de la Universidad de Memphis, iba a ser difícil que lo logren: no tenían calidad para pelear por un campeonato, pero a la vez, iban a ganar suficientes partidos para mantenerse lejos de una estrella en el Draft.

Los tres jugadores que llegan a los Bulls tienen su valor en distintas situaciones. Jerian Grant es un interesante proyecto de base, Robin Lopez es un pivote servicial con un gran contrato teniendo en cuenta el nuevo tope salarial, mientras que José Calderón será agente libre al terminar la 2016/17 y podrían usarlo para un traspaso futuro. Desde un punto de vista económico, Chicago gana el traspaso por un amplio margen.