16/08 | Mi club de barrio

Dominé: “Acá fortalecí mi forma de ser y de manejarme”

21:02 16/08/2014 | Idolo absoluto de Quilmes de Mar del Plata, Eduardo Dominé recorrió con Básquet Plus el club que lo vio formarse como jugador y como persona.

Hay pocos casos como el de Eduardo Dominé. Su amor por Quilmes de Mar del Plata hizo, en su momento, que se tatuara el logo del club en un brazo. Pese a que luego también hizo una larga carrera en Obras Sanitarias, el tatuaje siguió, y sigue, allí. Además, como se instaló definitivamente en la ciudad, es asiduo visitante y su hijo juega en las divisiones menores, por lo que visitarlo no le provoca nostalgia, aunque sí recuerdos. Muchos.

“Empecé a venir al club a los 10 años, cuando con mi familia nos mudamos desde Arrecifes. Nosotros teníamos una pizzería acá a media cuadra y desde el primer día que llegamos me vine acá. Pasaba días y noches enteros”.

-¿Habías jugado al básquet en Arrecifes? . Sí, en Ricardo Gutiérrez, donde mi viejo tenía una pizzería a media cuadra. Siempre tuve la suerte de vivir pegado a un club. Cuando ví que tenía un club a 100 metros acá en Mar del Plata y fui sabiendo su historia, mejor todavía. Fijate vos lo que son las cosas, porque en Ricardo Gutiérrez, cuando nos estábamos por ir de Arrecifes, se había disuelto la Comisión y no iba a haber más básquet.

-¿Cómo era el reparto de horarios: cuánto en la escuela y cuánto en Quilmes? . A la escuela iba a la tarde, así que alguna vez mi viejo me tuvo que venir a buscar a la 1 o 2 de la mañana, porque el intendente del club, que era Carlitos Busquiano, me daba permiso para tirar cuando estaba prohibido, o me daba las llaves del gimnasio de atrás, así los dirigentes no veían que las luces del gimnasio estaban prendidas. Muchas horas de mi infancia las pasé acá. Era club-colegio-casa-club-casa. Como mis viejos laburaban todo el día, sabían que estaba acá. 

-¿En el club vagueabas mucho también?. Sí, estábamos todo el tiempo acá. Veníamos a ver el entrenamiento del femenino con un grupo de cuatro o cinco amigos y le pedíamos al entrenador, el Cholo, que nos dejara entrar. A mí me encantaba entrenar y, si era por mí, lo hacía con todas las categorías, pero no me dejaban. También nos metíamos mucho a jugar al bowling o nos quedábamos en la confitería, o nos íbamos al quincho del tercer piso. Ahora el club está cambiado. Tiene un colegio secundario, un terciario. Antes éramos los dueños del club.

Es el momento de iniciar la recorrida y Eduardo saluda a las niñas de gimnasia. “El club siempre compitió muy bien en destreza, incluso a nivel internacional”. Nos muestra los cambios y recuerda quiénes eran los integrantes de su grupo: “Leo Maffía, Diego Arango, Juan Pablo Sosa,  Esteban Villar, Nacho Zabala, Ale Scarafone, que falleció, y un montón más”.

Nos muestra entonces las oficinas que surgieron con el tiempo, como las de la Liga Nacional. También el sitio casi secreto donde están las llaves de todos los gimnasios y las luces”.

-¿Seguís viniendo? . Sí, porque viene Matías, mi hijo, que está en premini.

Dominé entonces entra al José Martínez, donde los pibes practican y a él le llegan los recuerdos. “Acá ascendimos a la A ganándole a Pico FC. Había más tribunas, lo que pasa es que con el cambio de medidas de la cancha hubo que sacarlas. Ese día entraron mil personas. Esta era la cancha que en verano cerraban con llave y nosotros nos metíamos por una puerta secreta a tirar al aro igual”.

 -¿Cómo recordás la actividad social del club? . Mis viejos no tenían mucha vida social, porque laburaban todo el día. Pero mi hermano y yo sí. El es más grande. Este es un club muy social, histórico. Hoy hay menos, pero tiene mucha actividad, porque el colegio le dio mucho movimiento. Hay gente todo el día.

-¿Qué sentimiento te genera el club? . Fue parte grande de mi vida. Tengo recuerdos muy lindos. Fui fortaleciendo acá mi forma de ser y de manejarme.

 -¿Te gustaría que tu hijo viva lo mismo? . Sí, y eso que ahora tienen la play y todas esas cosas, pero tiene que estar acá. Hay tiempo para todo.

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