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Antes en la NBA eran los internos los más buscados por las franquicias y los guardias pasaban a un segundo plano, al menos en el plano general. Uno de esos grandes nombres fue Jayson Williams, quienes muchos decían que sería el próximo Shaquille O´Neal. Llegó a la liga en 1990 tras ser seleccionado por los Sixers en el pick 21 y su impacto no fue el esperado.  

Su decepcionante debut le valió ser traspasado a los Nets, adonde el interno finalmente pudo resurgir su carrera. Allí llegó a promediar 13.4 puntos y terminó quedándose con el puesto de cinco titular. Incluso, llegó a disputar un NBA All-Star Game.  

Los Nets sabían que el pivote por fin había explotado y lo compensaron con un contrato de seis años y 90 millones de dólares. La vida le sonreía al interno tras un par de golpes, pero todo se detuvo el 1 de abril de 1999... 

Justo en el primer año de su gigantesca extensión de contrato, Williams se rompió la pierna derecha en una colisión con Stephon Marbury y jamás volvió a ser el mismo. Tal fue la magnitud de su lesión que nunca más volvió a jugar en la NBA.  

Fiel a la ley de Murphy, todo lo que le pudo salir mal a Williams le salió mal y el 14 de febrero de 2002 el interno disparó y asesinó al conductor de su limusina. El hombre se llamaba Costas Christofi y el tiroteo ocurrió en la pieza de la casa del exjugador. 

Según los reportes de esa época, Williams disparó y mató de manera accidental a Christofi mientras jugaba con una escopeta. Luego, tras el hecho, Jayson intentó deshacerse de la evidencia al punto de que se sacó toda la ropa y se lanzó a la pileta para que la sangre desaparezca. Además, limpió la culata del arma y la puso en las manos del chofer para que parezca un suicidio. 

Eventualmente Williams pagó por lo que hizo y el 11 de enero de 2010 fue sentenciado a cinco años de cárcel, pero fue liberado en 2012, tras cumplir 27 meses de condena.  

“No hay un día en que me despierte y no sienta pena por lo que le hice al señor Christofi”, comentó tristemente Jayson en su audiencia de sentencia.  

Ignacio Miranda/ [email protected]
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