Finales NBA 2017

De espionaje y violencia: LeBron, Irving y la batalla de los Cavs

00:19 13/06/2017 | Cleveland impidió la barrida en el Juego 4 y demostró signos de vida en las Finales. La trascendencia de un triunfo esperanzador para los Cavs.

Cuenta la leyenda que Kyrie Irving y LeBron James estuvieron ausentes de la ciudad de Cleveland entre el tercer y el cuarto partido. Al parecer, mientras la aburrida prensa se dedicaba a crear debates sobre qué equipos de la historia podrían batir a estos Warriors o sobre lo lejos/cerca que sigue “El Rey” de un tal Michael Jordan, la pareja maravilla de los Cavs andaba en viaje express a Silicon Valley, sede de la ‘tecnología Terminator’ con la que arrasa el equipo del Estado Dorado. Debieron entrar camuflados en el corazón del sistema, lo descargaron en un ‘pen drive’ y se lo llevaron a casa, estilo ‘Misión Imposible’.  
 
Quizá por ello se bloqueó el equipo de Steve Kerr de inicio en el tercer día de lo que debía ser un 4-0, porque el rival competía con su misma programación, con su software… Hasta el punto de que les cayeron 24 triples, récord de todos los tiempos en unas Finales NBA. 
 
Y, como todos sabemos, cuando uno se infiltra en el sistema operativo de al-guien resulta más fácil descubrir sus puntos flacos, la forma de ‘meterle mano’. En este caso, el microchip o el ‘pen drive’ (modelen la historia como prefieran), venía encriptado con la contraseña “violencia”. Tardaron tres partidos y una losa de 3-0 en darse cuenta: había que volver a los años 80, a lo básico, al barro y a romper algún diente. Si eres mejor que yo, si voy a perder, que sepas que te puede costar el levantarte mañana como si por encima te hubiese pasado un camión. ¿Resultado? Hasta siete técnicas y dos ‘casi expulsiones’, las de, cómo no, Draymond Green y Zaza Pachulia. El olor a chamusquina de All Star, de la aversión al contacto, se extinguió por completo. Decir que esos tres señores de gris, silbato en boca, que envía la NBA siempre en estos casos a ‘poner orden’ se lucieron de lo lindo aportando su granito de arena en medio del caos. Casi hacen buenas las teorías de la conspiración sobre que en las oficinas de la Liga y por el bien de los ratings televisivos debía haber como mínimo una quinta batalla.  
 
Antes de la misma bailaba LeBron con los ojos cerrados en el vestuario, ya con el microchip en su poder, quizá porque imaginaba la que iba a liar su hipnotizador favorito. Y es que Kyrie no es ni jugador de baloncesto si quiera, no se le puede dejar únicamente en eso. Es mago, malabarista, funambulista, creador de videojuegos, vendedor de alucinógenos y compositor de ópera. Métanlo todo en una coctelera, muévanlo, y sale él. Puso el arte en mitad de una batalla espartana digna del film “300”, mientras Curry decidida que si tenía que brillar a empujones prefería hacerlo en su casa, no en la ajena. Un rival agotado por los hematomas no mete triples, y de ahí que el espionaje industrial dejase a los californianos por debajo del 30% desde la larga distancia. La violencia hay que erradicarla del mundo, pero en una cancha de baloncesto, bien entendida para sobrevivir, puede significar la diferencia entre el final… O seguir adelante. 
 
 
David Carro / [email protected]
Especial para Básquet Plus desde Cleveland
 

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