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Luego de tener una buena 2016/17, la expectativa puesta en Ferro antes del inicio de esta temporada marcaba la intención de al menos repetir lo del año pasado y por qué no, ser uno de los animadores del certamen. Sin embargo, rápidamente quedó en claro que el escenario iba a ser muy diferente: el Verdolaga nunca encontró los caminos y ni siquiera con las diferentes variantes que fue implementando pudo torcer el rumbo de la campaña.

Eventualmente, Ferro quedó condenado a pelear por la permanencia, luego de terminar la fase regular con una floja marca de 13 victorias y 25 derrotas, la segunda peor de la competición. En la serie clave ante Salta, los de Laginestra ganaron sus tres juegos en el Etchart, incluyendo el decisivo quinto duel, para llevarse el cruce por 3-2 y condenar a los Infernales a jugar en la segunda categoría de nuestro básquet. Un respiro de alivio, que igualmente no alcanzó para cambiar el balance negativo de la 2017/18.

Uno de los puntos a analizar a la hora de identificar los problemas del equipo, tuvo que ver con el factor extranjeros. En total acabaron utilizando a nueve foráneos diferentes, pero lo llamativo es lo poco que duraron varios de ellos: Josh Selby jugó un partido, Justin Giddens 5, Jonathan Thompson 6, Daniel Johnson 9, Daniel Ewing 9 y Dijon Thompson 13. Y otro tema: sin contar los 12 puntos que anotó Selby en su único juego disputado, el único extranjero que pasó los 10 tantos de media fue Aaron Harper, con 15,3.

Para un equipo sin tantos goleadores entre sus nacionales, el no haber encontrado refuerzos foráneos confiables, terminó siendo fatal. De hecho, más allá de los 15,3 que promedió Harper, el segundo máximo anotador del equipo terminó siendo Franco Balbi (12,3), un base que se vio forzado a tomar mayores responsabilidades anotadoras de lo habitual, en lugar de poder cumplir con su rol normal de organización de juego y conducción. Ferro no pudo cubrir la totalidad de la distribución de funciones y lo terminó pagando caro.

Otro punto que realmente afectó las chances de los capitalinos, también vinculado a un armado (y rearmado) de plantel deficiente en ciertos sentidos, fue el rebote. Ferro fue el segundo equipo que menos tableros bajó por partido (30,7) y nunca tuvo a ese pivote dominante capaz de dominar dentro de la zona pintada en ambos costados. De hecho, terminó utilizando en ese puesto en muchas ocasiones a Ignacio Alessio, que si bien tuvo una buena temporada, precisaba a su lado un complemento que ayude en algunas de las áreas donde el exArgentino no es tan fuerte (por caso, el rebote). Los de Caballito se salvaron, pero tendrán mucho para cambiar en la próxima Liga, si pretenden que la misma se parezca más a la 2016/17 que a la 2017/18.