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Drazen Petrovic ya es leyenda en el básquet mundial y lo es sin haber podido ni siquiera llegar al tope de lo que prometía su carrera como basquetbolista. Un accidente automovilístico dejó trunco su legado, el cual  podría haber sido mucho más grande, pero con lo que hizo le alcanzó para no pasar inadvertido hasta por la propia NBA que aún lo recuerda como lo hizo su excompañero Kenny Anderson.

Petrovic venía de jugar en Portland con Clyde Derexler y Terry Porter en el perímetro, pero los Blazers no le daban el lugar necesario para que el croata pueda brillar, por eso que en la NBA de los noventa, por ser extranjero tenías que pagar un derecho de piso te llames como te llames. Los Nets lo adquirieron vía canje en la temporada 1990/91, cuando Drazen venía de romperla en el mundial de Argentina, pero en la franquicia de Oregón seguieron sin confiar en él y lo dejaron ir.

En New Jersey Petrovic tuvo una primera temporada en la que se acomodó a sus nuevos compañeros con 12.3 puntos de promedio y en la siguiente con la reorganización, junto a Derrick Coleman, Mookie Balylock y un joven Kenny Anderson comenzó a brillar y a dar a conocer su básquet en la NBA. Con más de veinte puntos de media, el croata era la voz cantante en la ofensiva y Kenny Anderson viniendo de atrás era un complemente interesante para el juego perimetral de los Nets que después de mucho tiempo se sentían importantes en el Este.

“Tuvimos un muy buen trío, estábamos en camino a algo importante hasta la muerte de Drazen (Petrovic). Después de eso, todo se hizo cuesta abajo, sin embargo si hay algo que me llevó de mi carrera es esa temporada donde coincidimos con Derrick (Coleman) y Drazen”, sostuvo Kenny Anderson en una charla con Vintage Ballers.

Los dos años en los que coincidieron Anderson y Petrovic, los Nets arribaron a playoffs pero no pudieron superar la primera ronda, sin embargo según cuenta el base se palpaba en la armonía del plantel que había material para llegar más arriba, que el equipo estaba en ascenso año a año.

“Siempre pienso que nos hubiese ido muy bien como veníamos creciendo, ganando protagonismo en el Este. Es una locura como suceden las cosas, Drazen era realmente bueno y en Portland con Drexler y Porter no le dieron el lugar que se merecía. Con nosotros demostró su valía en la NBA y eso fue muy bueno. El día del accidente fue muy triste para todos, sinceramente muy triste”, recordó.

 El Mozart del básquet lo llamaban y tenía con qué, su elegancia para jugar al baloncesto captó la atención de todos sin haber nacido en Estados Unidos y eso es un detalle enorme para graficar una carrera que quedó trunca, pero con lo que dio le alcanzó para ganarse su respeto entre los buenos del deporte de la pelota naranja.