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Antes de que comenzara esta temporada, Golden State firmó a Jordan Poole una extensión de contrato de cuatro años y 140 millones, algo bastante alto -más que Tyler Herro, a quien Miami no traspasó por James Harden-, pero que les aseguraba al tardío pick de 2019 por varios años más.

El trato tenía sentido en ese momento. Después de una racha fantástica en los playoffs, el joven de 23 años fue promocionado como uno de los escoltas emergentes de la NBA. Ahora el acuerdo parece problemático por su producción, pero también para la flexibilidad financiera de la franquicia.

Poole promedia 20.7 puntos, 4.6 asistencias y 2.8 rebotes con 43% de campo y 33% de triple. Si bien sus puntos y asistencias han aumentado gradualmente, su eficiencia general es menor que la temporada pasada. Todas las estadísticas analíticas avanzadas importantes también están bajas para Poole desde la temporada pasada. Poole es, además, penúltimo en Golden State en total de +/- con -82, solo por delante de JaMychal Green (-111). Promedia 3.3 pérdidas de balón por partido, frente a las 2.5 de la temporada pasada.

Después del título de Golden State, los oponentes anotaron a Poole en su scouting y se nota. Esta temporada, lanzan contra él a mejores defensores cuando Curry está en pista, algo que no ocurría en la 2021-22, por lo que Jordan tenía mayor facilidad para anotar. El guardia también es un problema en la defensa. Tiene el tercer peor rating defensivo del equipo con 117.2, solo por delante de Klay Thompson (117.3) y Moses Moody (117.4), pese a que en general Golden State ha sido inconsistente en defensa.

Poole tiene talento, con un conjunto de habilidades que lo hace encajar muy bien como el tercer anotador, generalmente desde el banco, en el equipo de Curry y Klay,  pero debe mejorar significativamente para que los Warriors se sientan cómodos con su inversión a futuro, que seguro no les permitirá renovar a Green ahora por mucho dinero, ni a Wiggins en 2027 cuando termine su nuevo contrato.