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Como pasa con no tanta gente, absolutamente nadie fuera de su familia lo conocía como Rubén. Era el Ruso Muñoz. Personaje del básquetbol argentino casi desde que nació, porque pasó por todos los rubros: jugador, entrenador, dirigente y periodista. Todo con su mismo clásico carácter: fuerte, polémico, pasional. El Ruso vivía de una manera y así se fue también este domingo, tras luchar contra un cáncer durante mucho tiempo. Tenía 70 años. 

Era del 53 y vivía en Mar del Plata, donde el año pasado la Legislatura de la ciudad lo nombró vecino ilustre. Se lo merecía, porque fue de esos tipos que dio siempre todo por la actividad que ejercía. Bien o mal. Acertado o equivocado. Podía no gustarte, pero jamás podías tildarlo de hipócrita, porque nunca, pero nunca, mostró una imagen distinta de la que era. 

En los últimos tiempos fue uno de los principales impulsores de APREBA, la entidad que reúne a los periodistas de básquetbol de la Argentina, y de hecho fue su primer presidente. Decía que el básquet le había robado el marido a su mujer y el padre a sus hijos, pero la verdad es que no se arrepentía, por lo había hecho de corazón. Y como tenía un corazón grande, también le alcanzó para su esposa e hijos. Descansá en paz Ruso, la pelea de estos años fue agotadora. Te lo merecés.