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La guerra entre Rusia y Ucrania obviamente tiene muchos efectos colaterales, de países que no están directamente implicados en ella, pero sí de forma indirecta. Se sabe de los problemas que vive Europa por el tema energético y de cómo eso está afectando absolutamente a todo el mundo, generando subas de materias primas, caídas estrepitosas en las bolsas más importantes y demás. 

Otro efecto colateral muy puntual es el que vive Britney Griner, una de las mejores jugadoras del mundo, detenida en Rusia desde febrero, cuando buscaba dejar el país tras jugar en la liga de allí y, en su equipaje, le encontraron aceite de hachís. La detención de Griner recién se hizo pública el 5 de marzo, y en ese mismo mes, se estiró su detención hasta el 19 de mayo. Los cargos por los que es acusada tienen hasta 10 años de prisión.

El caso Griner es uno de pocos que se encuentran bajo la atención directa de Joe Biden, presidente de los Estados Unidos. Eran 3, pero la semana pasada uno terminó, ya que el militar Trevor Reed fue liberado el miércoles, en lo que no se dice, pero se sospecha, fue un intercambio de prisioneros (Estados Unidos también habría liberado a un condenado por tráfico de drogas. 

Ahora quedan dos: Griner y Paul Whelan, otro militar, preso desde diciembre de 2018, acusado de espionaje. Biden habló directamente sobre esto en los últimos días: "No vamos a parar hasta que Paul Whelan y otros detenidos en Rusia sean liberados". Si bien no la nombró, se supo que se refería específicamente a Britney, con quien el gobierno mantiene contacto permanente a través de su agente. 

Tanto ellos como la WNBA mantuvieron como estrategia el silencio, para que el caso no se convirtiera en una excusa más de Putin para ponerse como víctica. Ahora esperan que, al vencer el nuevo plazo de detención (19 de este mes), la cosa cambie y Griner pueda volver a los Estados Unidos. De todos modos, y pese a la intervención de Biden, nadie puede estar tranquilo de que esto suceda.