Y un día se vació el Colo Wolkowyski
16:46 03/05/2025 | El chaqueño se dio el último gran gusto de su vida de jugar con su hijo Thomas y tuvo una merecida despedida a sus 51 años en España, que repasó en charla con Básquet Plus.
Campeón de Liga Nacional, Oro olímpico, subcampeón mundial, pionero entre los argentinos en llegar a la NBA. Un CV envidiable para la mayoría de los jugadores, pero al que el Colo Wolkowyski le agregó un ítem más que importante para su vida y su carrera.
Y ese fue el hecho de jugar con su hijo Thomas en Salliver Fuengirola. En charla con Básquet Plus contó cómo se dio: “Yo me retiré a los 41 en Argentina. Eso fue mi retiro, pero este fue un gusto que me di por el hecho de que mi hijo me lo pidió y yo tenía esas ganas ya cuando estuve en Argentina. No se me dio porque también era un poco más chico. Después se vino para acá y ya es como que se cortó. Pero acá se me dio la oportunidad y la aproveché, la pasé muy bien. Pude disfrutar, ir a entrenar con él todos los días. Volver después del entrenamiento, hablar de todo lo que se va, las cosas de un entrenamiento y un partido”.
Una oportunidad y un sueño cumplido
De una situación fortuita, el entrenador bromeó con Thomas, y se le cumplió el deseo: “Se les lesionó un pivote a ellos, estábamos justo recién llegados de viaje y estábamos cenando en casa y hablando del tema. Y Tomi me contó que el entrenador le dijo si quería jugar en broma. Yo le dije que no, yo que voy a jugar, que ya retirado, que tengo que volverme a entrenar, prepararme, no es fácil. ‘No, dale, la verdad que mi ilusionó cuando me dijo eso, quiero jugar con vos’ me dijo. Y ahí apareció mi señora también y empezaron uno de acá, otro de allá, uno de acá, otro de allá. Lo pensé y al otro día le dije, hablé con el entrenador y ver cómo viene el tema. Me dieron oportunidad de ponerme en forma, de poder estar un poco a la altura de la parte física, contando con la edad que tengo, porque no es lo mismo ponerte la parte física a los 30, que ponerte a los 50. No es lo mismo”.
Y desde allí en 2024 comenzó nuevamente todo: “Yo entreno normalmente, voy al gimnasio. Tenemos un grupo acá de chicos argentinos, uruguayos y centroamericanos que jugamos martes y jueves. Nos ponemos a correr, a divertirnos, para juntarnos. Creo que nos gusta el básquet, está Lolo Farabello también ahí. La pasamos bien, pero más allá que eso, no. No era entrenamiento una hora y media, casi dos horas, dos o tres veces por semana, que te pone bien. Cuidado con la comida, otro entrenamiento en el gimnasio, volver a lo de antes. Ahora, cuando estaba terminando esta final de temporada, es cuando mejor me sentí. Me llevó tiempo de cuatro o cinco meses ponerme bien, bien como yo quería. Volví a tener el peso de cuando yo jugaba. Pero bien, contento, lo pude disfrutar”.
A su vez, no vino solo con la emoción de jugar con Tomás, sino que a eso también le sumó un ascenso a la Tercera FEB, cuarta división española: “El club estaba muy ansioso de ascender. El equipo, cuando yo entré, estábamos un poco abajo. Después se ganaron los partidos que se tenían que ganar, se ganaron los cruces para la Final Four. Y después se ganó la Final Four para ascender. Eso fue también algo muy lindo, no solo para mí, sino para Fuengirola, que es donde está el equipo. Que iban a jugar una competencia que para ellos es importante y que les viene bien para la ciudad y para el deporte. Yo agradecido que ellos me dieran la oportunidad y ellos muy agradecidos conmigo por la ayuda que significó ese ascenso”.
Eso parecía el broche de oro, pero lo convencieron de una temporada más: “Lo pensé en retirarme ahí y en la cena del equipo, el presidente, el manager, el entrenador hablaron conmigo después de la cena. Vinieron todos los jugadores a pedirme para que pueda jugar y que continúe el año más. Yo lo pensé unos días porque es un cambio de liga, subís un par de escalones y exigencias. Pero bueno, el entrenador me dio facilidades para poder estar de entrenamiento. Otra vez mi hijo diciéndome que él también quería que yo jugara esta temporada con él. Venían los viajes del año pasado, yo tenía que irme a Argentina por el tema de los 20 años del Oro Olímpico para juntarnos con los chicos. Entonces yo dije, mira, si yo voy a jugar, cuando decidí, digo, yo tengo esto y esto de compromiso. No quiero faltar, yo digo lo que va a pasar. Va a haber partidos que yo no voy a estar, tengo que viajar. Y me lo entendieron, me dijeron, te lo respetamos, queremos que estés y los días que tienes que ir, sin problema. Así que me dieron muchas facilidades para que me quedara. Y la verdad es que me encantó, me encantó. No lo sufrí para nada, lo disfruté muchísimo y eso es lo que me llevo. A los 51 años poder decir que disfruté un año más dentro de una cancha”.
En este contexto, todo lo emotivo quedaba afuera cuando entraba a la cancha, con ese gen competitivo marca registrada de la Generación Dorada. “Al entrenador le gustaba porque yo al entrenamiento ponía mucha exigencia en lo que llevaba a lo que sea entrenamiento con los chicos. La responsabilidad de hacer las cosas, de venir a entrenar y hacerlo al 100%. De que no se relajen, me molestaba cuando por ahí hacían cosas que no había que hacer y yo se las decía. De una forma bien, pero para que ellos vean que era para el bienestar del equipo y el bienestar de ellos. Y a los partidos también, cuando llegaba la competencia, lo llevás adentro. Eso no hace falta que vengan a decir, tenés que salir a competir. Yo salía siempre al 100% y trataba de dejar lo máximo dentro de los minutos que me daban en la cancha.
A la vez, analizó cómo cambió el básquet en estos 10 años (se retiró en 2015 con Quilmes jugando Liga Nacional): “Si bien la competencia no es la primera, hay una diferencia grande. Sí, hay cosas diferentes de lo que va el juego. Por ahí antes se jugaba con un poquito más pensativo, más trabajado el juego, y hoy se juega un poquito más dinámico, ya en esa competencia, para arriba si te vas es imposible que pueda agarrar a alguien, porque la velocidad que se juega es increíble, pero se juega a otro ritmo, se trata de correr mucho más, de tomar decisiones mucho más rápido, y eso lleva también a que las partes físicas sean un poquito diferentes, pero no me sentí mal, no me sentí un exjugador jugando esta categoría. Me dediqué mucho tiempo a ponerme bien, al estar bien, y me cuidé, entonces eso también me ayudó. No te voy a decir que jugaba 40 minutos, un solo partido jugué 29 minutos, y después siempre jugaba 20 como mucho, no más que eso, y con esos minutos terminaba súper bien”.
El reposo definitivo del guerrero
Y en el último juego para el equipo el colo recibió un más que merecido homenaje donde participaron desde las autoridades de la ciudad hasta la Generación Dorada: “Fue muy lindo. Lo disfruté muchísimo desde otro lado. No desde el lado del profesionalismo como era antes, lo disfruté del lado del padre. De estar ahí y de disfrutar el mismo deporte con mi hijo realmente me llenó. La emoción venía por eso, por lo que viví con él este tiempo, por los videos, me hicieron una despedida, un homenaje al club, estuvo muy lindo con un video de cada uno de los chicos de la Generación Dorada. Fue muy impactante y eso fue muy emotivo también por todo el cariño que yo les tengo y ellos me tienen a mí. Se juntó todo y eso hizo que la emoción saliera afuera. Aparte, cuanto más viejo más cerca tenemos la lágrima (risas)”.
Jugar con un hijo es algo para pocos elegidos, y el chaqueño logró cumplirlo: “Es algo que cualquiera de los chicos lo querría hacer. Por el tema de estar con tu hijo y jugar con tu hijo. Yo lo he visto a Pepe, también, jugar un partido con su hijo. Cuando nos juntamos ahí en Buenos Aires y vinieron los hijos de cada uno y pudieron estar dentro de la cancha, es una felicidad increíble porque vos ves a tu hijo disfrutando lo que a vos te dio la vida o lo que es tu vida, que es el básquet. Ellos estaban contentos y alentando de lo que yo iba a hacer, esperando a ver si alguno lo puede hacer o copiar porque es algo muy lindo. El saludo de este nuevo retiro, que para mí no es un retiro, sino fue un gusto que me di y que ellos participaron de ese último partido que realmente para mí fue muy lindo”.
Por último, el Colo reflexionó sobre qué tan importante fue esto para su vida: “Hay cosas que son diferentes en lo emocional, ir a la NBA es un logro al esfuerzo y a la dedicación que yo tuve de entrenamiento y de tener buena gente que estuvo conmigo. El oro olímpico también es una medalla, es un trofeo, una medalla al esfuerzo del equipo, de lo que nosotros hicimos. Pero esto en lo emocional, en lo que significa para un padre, lo pone arriba de lo que fue emocional, porque no lo puedo comparar con algo profesional. Pero de lo emocional que yo tuve de vivencia fue algo de lo más lindo, y de lo que se lo recomiendo a cualquier jugador que tenga la posibilidad de hacerlo, porque lo va a ver de otro lado y lo va a disfrutar de otra forma”.
Alejandro Malky / [email protected]
En X: @basquetplus
En X: @alemalky
Notas Relacionadas
Un adiós Dorado: se retiró el Colo Wolkowyski
Wolkowyski y un encuentro sorprendente con Jordan
El día que el Colo Wolkowyski encaró a Sucatzky por no pasarla
Wolkowyski y un llamado inesperado para ir a la NBA
Rubén Wolkowyski: “El oro olímpico es algo increíblemente grande”
Oberto y Wolkowyski, las voces de la experiencia en Atenas 2004
Fabricio Oberto y Rubén Wolkowyski, los antecedentes argentinos en Olympiacos
El Colo Wolkowyski, el nexo argento de las Finales NBA
Rubén Wolkowyski y un regreso a las canchas muy especial