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El baloncesto de Boca Juniors ha vivido en los últimos años un ciclo de altibajos que ha puesto a prueba la lealtad de sus hinchas y la fortaleza del club. Desde desfinanciamientos hasta la amenaza del descenso, el Xeneize se encontraba en una encrucijada. Sin embargo, en medio de la tormenta, una voz resonó con fuerza en las gradas de La Bombonerita: “¡El básquet no se toca!”. Este grito no solo se convirtió en un lema, sino en un símbolo de resistencia y lucha por la identidad de un club que, a pesar de las adversidades, nunca dejó de soñar.

La temporada 2016-2017 fue un verdadero calvario para el equipo. Con un plantel que luchaba por mantener la categoría y un presidente que abiertamente cuestionaba la viabilidad del básquet en el club, la situación parecía insostenible. “Estamos completamente solos, no hay nadie que aparezca para ayudarnos”, lamentaba el entrenador Adrián Capelli, quien se encontraba en una posición precaria ante la falta de apoyo institucional. La renuncia del encargado del básquet, Jorge Paredi, y la incertidumbre sobre el futuro del equipo solo aumentaban la presión. Los hinchas desafiaron una y otra vez a la dirigencia, exigiendo un cambio en la gestión del club. Este fervor popular se convirtió en el motor que impulsó al equipo hacia la salvación.

La llegada de Carlos Delfino, un ícono del baloncesto argentino, marcó un punto de inflexión. A pesar de los problemas financieros y la incertidumbre, su fichaje revitalizó la esperanza de los aficionados. Con el apoyo incondicional de sus hinchas, Boca logró mantenerse en la máxima categoría. La victoria en el quinto partido ante Echagüe de Paraná fue un desahogo monumental, un triunfo que no solo aseguró la permanencia, sino que también encendió la chispa de un nuevo comienzo. El resultado final fue 98 a 76 para el inmenso alivio de todos los hinchas Xeneizes, celebraron, dejando atrás dos años de sufrimiento.

En 2024, con una dirigencia diferente, ya en su segundo mandato, Boca mantuvo un plantel de jerarquía internacional. El Luís Conde, también se adecuó al cambió de era y en 2023 se refaccionó. Tras años de frustraciones y desilusiones, el Xeneize se coronó campeón de la Liga Nacional, un logro que parecía inalcanzable en los momentos más oscuros. Aún mientras se peleaba ante Instituto, el público local no olvidaba aquellos años y repetía, “¡El básquet no se toca!”, un gritó que dio paso al "¡Dale campeón!".