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Rubén Magnano es una especie de ícono para la Selección Argentina de Baloncesto, es el hombre que llevó adelante el ciclo más exitoso de la historia y guio al país a conseguir el hito de la medalla dorada. No obstante, para llegar hasta ahí, trabajó muchísimo, en Atenas, Boca y siempre estuvo cerca mientras los jóvenes de la Generación Dorada crecían y se desarrollaban en la Liga Nacional.

En el 2001, Magnano asumió como entrenador jefe del seleccionado mayor, teniendo como primera prueba fuerte el Premundial de Neuquén en el 2001, pasando primero por el Sudamericano de Valdivia, donde fue su primer torneo y primer título. Con ese espaldarazo y confianza, Argentina hacía de local en la cita clasificatoria para el Mundial del 2002 y completó el equipo campeón del sudamericano con Manu Ginóbili, Fabricio Oberto y Hugo Sconochini, quien volvía a la actividad luego de cumplir una sanción de cinco meses por un doping positivo.

Justamente, en un diálogo mano a mano con el periodista Walter Safarian, Rubén reconoció quien fue el jugador que más lo sorprendió en esos primeros torneos con la selección mayor y fue nada más y nada menos que Hugo Sconochini.

“Yo los tenía bastante vistos. Ahora un poco por la distancia, por no tenerlo en el día a día como a los otros que los vi crecer de jovencitos, los acompañé en su proceso, el que me sorprendió desde la primera concentración fue Hugo Sconochini. Si bien lo había visto en el Panamericano de Rosario, cuando lo tuve por primera vez me sorprendió para bien, él llega a la selección adulta para dar una suerte de mostrar, de tomarse una revancha por la situación que había vivido, se prepara de una manera realmente maravillosa y vimos un terrible jugador en el Preolímpico 2001”, explicó.

Luego detalló: “Lo más interesante que tuvo él, fue su capacidad de adaptarse a lo que proponía el entrenador. Tenía una capacidad de adaptarse a compañeros mucho más jóvenes, siendo una fuente de consulta, un referente dentro del equipo también. Hugo tuvo un paso por el básquetbol europeo de excelencia y eso todo el mundo lo sabía, pero su humildad inteligente de saber cómo llega y adonde llega, le dio una capacidad para adaptarse a un ambiente nuevo y hacerlo amigable, él hizo mucho para que eso suceda”.

Con mucha capacidad para ganarse un espacio y respeto entre sus compañeros, Hugo se trasformó rápidamente en el referente dentro del equipo de aquella Generación Dorada, ganándose el respeto de sus compañeros y del entrenador cordobés, que casi 20 años después reconoce en el jugador santafesino lo cautivante que fue su preparación para el Premundial en busca de una revancha personal, sin perder de foco la importancia del equipo, para encajar en un grupo joven que se conocían mucho, pero que desde un primero momento respetaron a Sconochini, no tanto por su trayectoria, sino por el ejemplo del día a día.

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