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Kobe Bryant tenía una ética de trabajo de las fuertes en toda la liga, sino la más y por eso era admirado y respetado por todos sus colegas. Su muerte repentina fue un golpe duro de asimilar y todo su legado se transformó en leyenda, además de que cada reflexión suya sobre el básquetbol cobra casi un valor de palabra santa.

Sobre Curry se han dicho muchas cosas para engrandecer su estilo de juego único, aquel que gusta a todos los mortales amantes del básquetbol y Kobe no estaba exento de esto. Sin embargo el ex Lakers fue un poco más allá para intentar explicar como era Stephen jugando y por qué a él mismo le gustaba tanto.

“Veo una calma en él. Creo que eso es algo que muchos jugadores no entienden. Es realmente difícil para los fanáticos entender lo que estoy diciendo, la mayoría de los jugadores no lo entienden. Pero hay una calma seria en él que es extremadamente mortal. No está arriba, no está abajo. No está contemplando lo que acaba de suceder antes ni se preocupa por lo que vendrá después, simplemente está ahí. Y cuando un jugador tiene las habilidades y se ha entrenado a sí mismo para tener las habilidades para poder disparar, regatear, izquierda, derecha, etc. Cuando lo veo jugar, eso es lo que veo",aseveró Kobe en una entrevista.

Stephen Curry es uno los jugadores con más cartel en la liga y uno de los que recibe mayor cantidad de elogios, dado que su juego está siempre rozando la alegría con una sonrisa a flor de piel y disparando tiros imposibles que dejan atónitos a todos los fans. Esa forma de ser fue lo que lo llevó hasta la cima y para él lo que Kobe expresó sobre su manera de sentir el básquet es su mayor orgullo.

“Kob hizo una entrevista una vez y es uno de mis comentarios favoritos sobre mí en términos de cómo veía el instinto asesino detrás de la sonrisa. Puedo divertirme y alegrarme, todavía estoy ahí para arrancarte el corazón. Es solo una forma diferente en la que se ve",comentó en una charla con Hoops Adjacent.

Cada uno a su manera, cada uno con su estilo, Kobe Bryant y Stephen Curry dos leyendas que compartieron el fuego sagrado de la competencia y el trabajo silencioso como respuesta a todo.