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Estados Unidos

Desde el ocaso hasta la NBA: la trágica historia de Delonte West

09:24 14/11/2020 | Lo ayudó en la actualidad Mark Cuban, pero en el pasado luchó contra todo tipo de demonios. Su dura infancia lo marcó para siempre.

West en los Cavaliers (Foto: NBA)

"Nunca había compartido esto de esta manera, pero solía intentar suicidarme todo el tiempo".

Es Delonte West en una entrevista con The Washington Post y está tratando de explicar su estado mental y se remonta a su infancia en Prince George. Tenía la piel clara y el cabello rojo y era un blanco fácil para las burlas de la escuela. Durante años, todo lo que pudo escuchar fue el sonido de otros niños riéndose de él.

"Agarré eso y puse todo en el básquet", dijo. "No podés reírte de esto en la cancha", finiquitó.

Al crecer, vivió de casi todas las salidas de Beltway, ya que su familia, "feliz-pobre", lo describe, rebotaba de casa en casa. En octavo grado se lastimó la pierna y cuando no podía jugar al básquet dejó de ir a la escuela. Su madre lo envió a vivir con su padre en la zona rural de Louisa, Virginia, y ahí es donde dijo que por primera vez comenzó a decaer.

Dijo que empezó a cortarse y a tragar pastillas con nombres que no podía pronunciar. Se encontraba entrando y saliendo de hospitales infantiles, rodeado de otros adolescentes que habían intentado hacerse daño. Las cosas más pequeñas lo llevaron a un estupor: no podía permitirse un viaje con su equipo de básquet de AAU, no veía lo suficiente a su padre, quería las últimas Jordan.

"Quiero decir, básicamente estaba llorando por atención", contó. “Quizás a los 17 o 18 años, contás la historia de otra manera. "Hombre, traté de suicidarme". A los 31, decís: ´¿Qué mierda estaba haciendo?´ Mirando hacia atrás ahora, solo pienso, ´era un mocoso mimado´", siguió mencionando el exjugador de la NBA. 

Pero también está seguro de que llegó a la NBA debido a una de esas largas noches en un hospital infantil en Cumberland. "Había tomado una decisión, realmente lo iba a hacer esta vez", dijo. "Esta noche fue mi noche, hablaba en serio, iba a suicidarme esta noche, por cualquier medio, en mi habitación".

En cambio, se arrodilló y rezó, negociando un trato con Dios: me ayudas a sobrevivir a esto y algún día a jugar baloncesto profesional, y me aseguraré de glorificar tu nombre. Pasó la noche y dejó las instalaciones aproximadamente un mes después. Todo pareció encajar en su lugar. Se inscribió en Eleanor Roosevelt High en Greenbelt en su segundo año y finalmente se convirtió en el Jugador All-Met del año del Washington Post.

West fue a la Universidad de Saint Joseph, donde promedió 18.9 puntos y 4.7 asistencias como junior, ayudando a los Hawks a un récord de 30-2 y una aparición en el Elite Eight del torneo de la NCAA. Dejó la escuela temprano y los Boston Celtics lo eligieron en la primera ronda del draft de la NBA de 2004. En 2008-09, jugaba junto a James para un equipo de los Cleveland Cavaliers que registró el mejor récord de temporada regular antes de perder en las finales de la Conferencia Este de la NBA.

Resulta que Delonte fue diagnosticado con un trastorno bipolar en su primera temporada con Cleveland Cavaliers en 2008, justo después de haberse sometido a pruebas por una disputa con un árbitro de secundaria que los de Ohio habían alquilado para dirigir los partidos de entrenamiento. Tras esa pelea, West desapareció sin dejar rumbo por algunos días y desde la franquicia decidieron realizar una serie de pruebas para entender qué le pasaba. Desafortunadamente, el jugador y el equipo fueron informados con la noticia y ninguno de los dos comprendió cómo tratarla. 

Antes de Kevin Love y DeMar DeRozan, fue el propio Delonte el que informó públicamente su trastorno a los medios y a los fanáticos. Pero en una época de pura virilidad, el mundo no estaba listo para entenderlo ni sentir empatía por él. Fue marginado y tildado de loco, un nombre muy común que la gente tiende a usar para todo lo que no comprende o no sabe explicar de alguna u otra forma. 

El segundo hecho tras su diagnóstico en 2008 ocurrió un año después, el 17 de septiembre de 2009. En aquel episodio West fue detenido por la policia porque detectaron que estaba haciendo maniobras peligrosas con su moto. Al frenarlo, los guardianes de la ley encontraron un sinfín de armas en la guantera, entre las que se visualizaban dos pistolas, un cuchillo de caza y suficiente munición para asesinar a un pelotón. Lo que nadie nunca supo es que esa semana West albergó a algunos primos y cuando estos abrieron un armario de su hogar se encontraron con el arsenal de guerra de su pariente, por lo que su madre le pidió que sacara todo de allí.

Luego, un escándalo que no lo vio venir y que se esparció como los chismes en un pueblo pequeño. Según un correo anónimo que recibió LeBron James, Delonte estaba acostándose con su madre. El 23, atónito, no supo qué hacer y jamás se sabrá si fue un atenuante, pero un mes después armó sus valijas y puso rumbo a Miami en busca de un anillo que todavía le era ajeno. Por su parte, West fue traspasado a Minnesota, luego llegó a Boston, se divorció, vivió por un tiempo en su propia camioneta y el único equipo capaz de aceptarlo terminó siendo Dallas Mavericks.

En abril de 2012 ocurrió otro incidente, esta vez en la propia cancha y ante uno de los niños más queridos de la NBA, Gordon Hayward. Aquel evento desnudó las falencias de Delonte, quien ya no sabía por dónde salir disparando para enfrentar las voces que lo atacaban en su mente. Luego, una discusión por la renovación de su contrato, algunas peleas en el vestuario y un mensaje del propio Mark Cuban en el que le intimaba a no presentarse a la pretemporada ponían fin, de momento, a su carrera en Estados Unidos. 

Entre la G League, algunos partidos en China y un debut que nunca se dio en Venezuela, Delonte West terminó en la calle y a nadie pareció importarle. Ni a las autoridades, ni a sus compañeros, ni a su familia. Lo más sorprendente es que, a pesar de que la NBA tiene tantos programas para tratar la salud mental, dejó de lado a una de sus principales víctimas. Un jugador que deleitó al básquet con su talento, pero que no pudo hacer nada contra su mente, en donde perdió el partido más importante de su vida. Ni un comunicado de prensa o una muestra de cariño, el zurdo se esfumó como el polvo y no se lo extrañó, apenas se lo recordó.

Lo salvó Mark Cuban y en la actualidad se encuentra en una clínica de rehabilitación intentando mejorar. Ojalá lo logre. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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