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El Gusano y la creciente protagonista de la Liga femenina de la NBA, Angel Reese, comparten más similitudes de lo que se podría imaginar. Ambos se destacan por su dominio en el rebote, una habilidad que los ha hecho figuras emblemáticas en sus respectivos equipos. En el caso de Reese, su temporada debut con Chicago Sky ha puesto en marcha las comparaciones con Dennis Rodman, quien lideró la NBA en rebotes durante siete años consecutivos, promediando 13.1 rebotes por partido a lo largo de su carrera. Reese, al igual que Rodman, demuestra un instinto natural para posicionarse en la cancha y controlar los tableros, logrando 12.9 rebotes por juego en su primer año, una cifra impresionante que la pone a la altura de los mejores reboteadores de la historia.

El impacto de Reese no se limita solo a los rebotes. Al igual que Rodman, su capacidad defensiva la convierte en una jugadora versátil capaz de marcar cualquier posición. Mientras que Rodman fue dos veces elegido como el Mejor Defensor de la NBA y formó parte de ocho equipos All-Defensive, Reese ya ha demostrado su potencial en ese aspecto al declararse capaz de defender las cinco posiciones en la cancha. Su habilidad para cambiar de marca y forzar errores en sus rivales ha sido clave en su éxito durante su primera temporada en la WNBA.

A nivel ofensivo, Reese se distancia de Rodman, ya que posee más herramientas para anotar, tanto en el poste como enfrentando el aro. Sin embargo, ambos comparten una debilidad en el tiro exterior. Mientras Rodman rara vez lanzaba desde el perímetro, Reese aún no ha desarrollado una gran efectividad más allá de los 16 pies, acertando solo el 25.8% de esos tiros. No obstante, su habilidad en los tiros libres es superior a la del exjugador de los Bulls, con un 73.7% desde la línea, lo que le brinda un margen para mejorar su juego ofensivo.

La mayor similitud entre Reese y Rodman quizás radique en la pasión y la intensidad con la que juegan. Rodman se convirtió en un ícono en Chicago por su entrega en cada partido, una característica que Reese ha replicado en la ciudad tres décadas después. Tanto en la NBA como en la WNBA, ambos jugadores son sinónimo de energía, entrega total y una capacidad inigualable para dominar los tableros, lo que los convierte en leyendas de su tiempo.