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La vida y carrera de Robert Terrell Cummings, más conocido como Terry o como “El predicador”, es realmente interesante. Nació en Chicago a mediados de marzo de 1961 y desde una temprana edad comenzó a destacarse como jugador de básquet. En su etapa en el secundario se erigió como una de las grandes figuras de su equipo, algo que se replicó en la NCAA.

Pero su estrellato cuando era apenas un adolescente lo llevaron a tener una vida complicada porque se dedicó a vivir la vida de una estrella deportiva, con un futuro muy prometedor, tenía enfrentamientos con compañeros y rivales, desplantes con sus entrenadores y profesores, trifulca con árbitros y más. Faltaba a clases y tenía amistades malas, que lo llevaban por mal camino, tenía problemas con sus familiares e inconcluso dejó embarazada a una chica.

En ese momento llegó la epifanía que le cambió la vida. Estaba durmiendo en la casa de sus abuelos y soñó con los estadounidenses reconocen como “the rapture” y es el momento en el que antes del fin del mundo, Dios baja a la Tierra y se lleva a los puros, dejando a los pecadores para ser juzgados.

En su sueño, Terry era dejado atrás, a esperar el juicio final. Cuando despertó, era un hombre nuevo: pasó a dedicarse a estudiar la Biblia con placer, a adoptar un estilo de vida y actitud más acorde con sus creencias, y llegó a ordenarse como ministro de la iglesia pentecostal con apenas 16 años. Siguiendo lo que consideraba una señal de dios, se enroló en la prestigiosa universidad de DePaul, a las órdenes del mítico Ray Meyer.

Tras pasar su etapa universitaria, llegó a la NBA, fue elegido en la segunda posición del draft de 1982 por San Diego Clippers. En su temporada estreno salió escogido como el Rookie del año, disputó 18 temporadas en la mejor liga del planeta con más de 1200 partidos jugados.