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Hoy en día es común ver jugadores usando diferentes tipos de máscaras protectoras para cuidarse y recuperarse tras sufrir alguna lesión en esa parte tan expuesta en el juego. Hemos visto esto en grandes jugadores durante solo algunos juegos como con Kobe, LeBron o Wade y en otros que adoptaron esta medida de manera más extensa como Chauncey Billups o Horace Grant. Todos atletas de la era moderna o cercanos a ella que pudieron contar con el avance en el cuidado de salud y tener estas mascaras ortopédicas hechas a medida. 
 

Sin embargo, hay un caso anterior a todos estos. Era 1976 y en Phoenix Suns el ala-pivot titular Curtis Perry se perdió 9 juegos de temporada regular por una rotura facial. Recién pudo volver en un encuentro ante Houston Rockets, usando una máscara de fibra de vidrio, una máscara de arquero de hockey sobre hielo, regalándonos una postal curiosa y más cercana al mundo del terror. En ese partido y con ese particular estilo, Perry anotó 17 puntos y bajó 13 rebotes para una victoria final por 124 a 115. 
 

Esa sin dudas fue una temporada icónica pero dolorosa, no solo para el enmascarado Curtis sino para todo el equipo de Phoenix que llegaría hasta las finales de la NBA. Junto a los Celtics protagonizaron uno de los mejores partidos en la historia de las finales, un encuentro que se extendió hasta una tercera prorroga, donde Curtis Perry estuvo a punto de cerrar el partido para los Suns dándole el liderazgo del partido por 1 punto, a falta de 6 segundos, pero que finalmente fue ganado por los de Boston por 128 a 126. Los de verde se terminaron llevando aquel título.