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LeBron James puede tener mil defectos, pero tiene una virtud que nadie le discute: es un líder positivo y muere por sus compañeros. Sin entrar en polémicas, un líder muy distinto a Michael Jordan. Más generoso, podría decirse. Comparte más los logros y distribuye protagonismo. 

El martes por la tarde, la levantarse de su siesta previa al partido, de pronto varios teléfonos en el Gran Destino Tower, hotel donde se alojan los Lakers, sonaron. Eran los teléfonos de los jugadores de los Lakers y el sonido era un mensaje de LeBron. 

"Vimos el mensaje de nuestro líder diciendo que esto es algo que se debía ganar", dijo Anthony Davis, según el informe de The Athletic, "y nada más". James sabía que Miami estaba con la confianza a tope a partir de la victoria en el Juego 3 y no podía simplemente esperar a que sus chicos reaccionaran individualmente ya en la cancha. Necesitaba saber que había hecho algo extra para poner en foco a toda la tropa. 

"Sentí que, para mí personalmente, este era uno de los partidos más importantes de mi carrera", reconoció luego LeBron. "Solo quería transmitir ese mensaje a mis compañeros de equipo: el tipo de zona en la que estaba, el tipo de momento que era y el tipo de equipo contra el que estábamos jugando".

"Sentimos que nos intimidaron en el tercer juego. Nos superaron. Fueron más peleadores que nosotros, y eso no nos gustó mucho. Lo vimos luego en el video. Hicieron lo que quisieron, especialmente Jimmy", dijo Davis. LeBron fue otro cuando terminó el partido 4. Además de haber hecho un último cuarto fantástico, con 11 puntos y 7/7 libres, se dio cuenta que todos habían dado algo más: "Me encanta lo que hicimos esta noche", dijo. El mensaje había causado el efecto deseado.