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Houston Rockets vivió su época dorada de la mano de Hakeem Olajuwon, cuando consiguió dos títulos consecutivos durante el primer retiro de Michael Jordan. Sin embargo, hay un jugador que marcó la historia con una jugada heroica: Mario Elie.

Restaban menos de diez segundos y el séptimo partido de las semifinales de conferencia entre los Phoenix Suns estaba empatado. Robert Horry recibió la pelota y, en la esquina, esperaba el escolta, que tomó el balón y automáticamente ejecutó a los de Arizona con un triple. La cuota más importante de esta historia llegó segundos más tarde, cuando, en el festejo, miró a la banca de sus rivales y les tiró un beso. El beso de la muerte.

No tuvieron posibilidad de responder. Rudy Tomjanovich dio la orden de cortar la acción ofensiva con falta para mandarlos a la línea de tiros libres y no darles la chance de encestar un tiro de tres puntos que pudiera igualar la historia. Con ese triunfo, ante los Suns de Kevin Johnson y Charles Barkley, fue la primera vez que un equipo remontó una serie que estaba 3 a 1 en su contra.

Hace un tiempo, el propio Elie contó a quién le dedicó ese festejo: "Comenzó en el quinto juego. Era algo divertido que teníamos con Joe Kleine, el pivote de Phoenix. Tuve el último beso. Fue una competencia amistosa; nos enfrentábamos por segundo año consecutivo".

Ese fue el punto más alto de un equipo que arrasó en los playoffs e hizo honor a su mote de "Clutch City". A partir de allí, y pese a ser el sexto mejor equipo de la Conferencia del Oeste en la temporada regular, nadie pudo pararlos. Derrotaron al mejor equipo del año, San Antonio Spurs, en la siguiente instancia y barrieron al Orlando Magic de Shaquille O'Neal en las finales para coronarse por segunda vez consecutiva.