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NBA

Nueva normalidad en la NBA, ¿llegó el final de las dinastías?

12:04 20/05/2025 | OKC, Minnesota, New York o Indiana será el séptimo campeón distinto en los últimos siete años de la NBA, un hecho inédito que puede explicarse por varios factores.

OKC, verdugo del campeón 2023 (Getty)

Durante décadas, la historia de la NBA fue contada a través de las dinastías. Boston en los ‘60, Chicago en los ‘90, Los Angeles en más de una era. Ganar no solo era para unos pocos, sino que hacerlo varias veces era casi condición para pasar a la historia. Pero algo cambió. En 2025, la NBA atraviesa un fenómeno inédito: por primera vez, habrá siete campeones distintos en siete temporadas. El título se definirá entre Oklahoma City, Minnesota, New York e Indiana, cuatro franquicias sin campeonatos en este siglo, dos de ellas sin ningún anillo. ¿Estamos ante una nueva era de equilibrio o frente al ocaso definitivo del dominio sostenido?

Las respuestas, como siempre en el deporte, son múltiples. Hay una lógica histórica: desde hace décadas el peso de las dinastías se ha ido diluyendo. Los Lakers fueron los últimos en conseguir un triplete y los Warriors un back-to-back de títulos. Desde lo three peats, la NBA sólo ha visto tres campeones que repitieron en años consecutivos. Lo que antes era la norma, hoy parece una hazaña. Y no es que haya menos talento, sino que ganarlo todo se ha vuelto más difícil. El nivel general subió, las exigencias físicas son mayores, y los márgenes, cada vez más finos.

A eso se le suma el impacto de cómo se construyen los equipos. En los últimos años, muchos campeones apostaron fuerte por un "all-in": hipotecaron el futuro por el presente, como los Lakers con Anthony Davis, Milwaukee con Jrue Holiday o Toronto con Kawhi Leonard. Esas apuestas dieron resultado, pero con una fecha de vencimiento clara. Al agotar sus activos (picks, jóvenes promesas, espacio salarial), los equipos quedaron sin herramientas para sostener el éxito. Sumado a eso, la salud física de las estrellas es más frágil que nunca: lesiones clave arruinaron los sueños de defensa del título de más de un equipo reciente.

Mientras tanto, en el otro extremo, empieza a emerger lo que algunos analistas llaman la era “all-out”. Equipos como Oklahoma City, Houston o San Antonio, que aprovecharon reconstrucciones pacientes y acumularon picks y jóvenes talentos, están en una posición privilegiada. No solo son competitivos, sino que pueden seguir siéndolo sin comprometer su flexibilidad. OKC es el mejor ejemplo: con un núcleo joven liderado por Shai Gilgeous-Alexander, tiene profundidad, salud, proyección y una montaña de activos para reforzarse sin perder identidad.

La liga también contribuyó a este escenario. Bajo el mando de Adam Silver, la NBA promovió medidas para incentivar la paridad: se reformaron las reglas del Draft, se creó el play-in, y el último convenio colectivo limita cada vez más la posibilidad de mantener planteles caros. El mensaje es claro: se busca una competencia más abierta, con más oportunidades para todos. La hegemonía de unos pocos ya no está garantizada. Y si bien no fue una política diseñada para destruir dinastías, sus efectos se sienten en la cancha.

Entonces, ¿murieron las dinastías? Quizás solo cambiaron de forma. Tal vez el futuro no traiga nuevos Celtics o Bulls, pero sí franquicias capaces de ser protagonistas sostenidos sin necesidad de ganarlo todo cada año. El desafío, para estas nuevas potencias emergentes, será no solo llegar, sino mantenerse.

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