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Calvin Booth llegó a Denver para ser el General Manager en reemplazo de un Tim Connelly que llevó sus servicios a Minnesota. A partir de allí debió enfocarse en una cuestión, la conformación de un equipo más allá del talento individual que ya tenían.

Con el eje puesto en Nikola Jokic, Jamal Murray, Michael Porter Jr. y Aaron Gordon, había que completar el rompecabezas con jugadores que se adaptaran al sistema propuesta por Michael Malone. Además, era clave que entendieran sus roles y supieran dónde encajaban.

Por ello dejaron ir primero a Will Barton y Monte Morris sobre todo, dos jugadores con perfiles más individualistas y que demandaban mucho el balón en sus manos para producir. Además, su irregularidad no jugaba en favor de un equipo que tenía que girar en torno a Jokic.

A cambio de ello consiguieron a Kentavious Caldwell-Pope y Bruce Brown, quienes desde un inicio le dieron intensidad y respondieron cada vez que fueron requeridos. Además, desde el draft apuntaron a un jugador ya hecho y no por desarrollar como Christian Braun. El joven venía de ser figura en el campeón de la NCAA la pasada temporada y mostró toda su personalidad como el único rookie que tuvo minutos importantes en las Finales contando ambos equipos.

A partir de allí, toda la temporada poco a poco se forjó un equipo encolumnado detrás de la dupla Jokic-Murray, con momentos de destaque para todos y cada uno de los jugadores de rol que llegaron y se amoldaron a la perfección.