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Muchas veces las cosas no salen como uno espera, incluso a la hora de tener la posibilidad de conocer al ídolo de nuestras vidas. Uno se imagina a esa persona y se crea algo en su cabeza en función de lo que ese ídolo nos generó y muchas veces las expectativas por conocerlo se desmoronan en el mismo momento que lo hacemos y la decepción es grande. Esto le puede pasar a cualquier persona, incluso a los que son ídolos de otra gente. Andrés Nocioni es un claro ejemplo de esto.

En su biografía ‘El Chapu, historia de un guerrero’, Andrés cuenta su infancia en Gálvez: “Me armaba toda una historia en la cabeza. Los meses de verano no había básquet, entonces tenía natación a la mañana y a la tarde. Yo a la mañana nunca iba y siempre le decía lo mismo al profe: no me sonó el despertador. A la tarde las clases eran tipo 5 y yo dos horas antes me iba solo a la cancha de básquet y empezaba con mi película. Estaba Chicago en esa época y me armaba todo el partido. Yo era Pippen”.

En 2004, luego de una excelente paso por TAU Cerámica, le llegó la gran chance de llegar a la NBA y fue ni más ni menos que de la mano de Chicago Bulls, franquicia en la que jugaba su ídolo, Scottie Pippen. El sueño, no solo de conocerlo, sino que también de jugar junto a él y ser compañeros de equipo estaba a punto de cumplirse para Nocioni. Y finalmente el día de conocer a su ídolo llegó para Chapu: “Estaba tirando al aro, preparándome, cuando lo veo entrar a Scottie Pippen. Era el único tipo que me había movido el piso siendo chico”.

Pero las cosas no salieron como Chapu esperaba: “Tuve un entrenamiento donde me pintó la cara mal. Vi a mi máximo ídolo como niño con 40 años, y yo había llegado con 25 años, toda la fuerza, toda la potencia, campeón olímpico. De repente llegó Scottie Pippen y decidió jugar un partidito. Scott Skiles me dijo que lo defendiera. El tipo me jugó de tres y se me posteaba continuamente. Me movía para un lado, para el otro, se daba vuelta y la metía. Yo lo vi y estaba impoluto, no entendía por qué se retiró al otro día. Casi que le decía que jugara él y yo me iba (risas)”.

Claro, la historia no terminó como Nocioni soñaba, no solo por el entrenamiento en sí, sino también por lo que pasó después: “Me acuerdo mucho de ese día porque me pintó la cara, mal. No lo pude parar nunca. Yo tenía ilusión de jugar con él, pero al otro día de ese picado anunció su retiro”. Pero el hecho de estar en los Bulls y que Pippen se haya retirado cuando él llegó, le dio la chance de vivir desde adentro el retiro de su ídolo: “Yo estuve presente en su retiro y fue espectacular. Estaban todos y fue un momento increíble”.

Luego de ese entrenamiento, volvieron a cruzarse y la decepción fue aún mayor para Nocioni: “Conocí a Scottie Pippen y automáticamente mi ídolo se cayó rotundamente. Lo conocí en una fiesta de los Bulls. Había entrenado con él con anterioridad, pero no había hablado. La verdad es que me dieron un cachetazo y me hicieron ponerme en mí lugar. El tipo no me dio ni pelota, no me tiró ni un consejo. Yo abrí mi corazón y realmente le dije que era mi ídolo, que era un honor estar sentado al lado de él. El tipo no me dio ni la hora. Además, llevaba un par de cervezas de más. Cuando lo vi tomando una cerveza dije: 'Acá viene lo mío, nos vamos a poner a charlar'. Pero no, me trató con un desprecio total. Pero bueno, seamos realistas, el tipo tiene su nivel y yo tengo otro”.