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Los Pumas lograron una buena victoria ante el siempre duro Samoa en el Mundial de Rugby, y enfrente tuvieron a un jugador de básquet en las filas del equipo asiático. Es que Theo McFarland llegó a ser hasta jugador de su selección con su habilidad con la naranja.

El nuevo jugador del Saracens inglés comenzó a jugar desde chico en la cancha de una iglesia, a la que llegaba cruzando un río desde su hogar en Moamoa: “La iglesia estaba al otro lado del río y tenía su propia cancha de baloncesto. Allí pasaba la mayor parte del tiempo, tirando al aro. Caminábamos por el río para llegar allí y yo jugaba con mis hermanos” contó en Daily Mail.

Y la NBA fue la que lo inspiró: “Mi hermano consiguió este DVD con lo más destacado de la NBA de alguna parte y lo miré una y otra vez. Michael Jordan, Allen Iverson, Derrick Rose. Vimos cómo lo entrenaron y lo copiaron. Llenábamos bolsas de arroz con arena, las cosíamos y nos las poníamos en los tobillos. Lo usaríamos durante todas nuestras tareas hasta acostarnos. ¡Pensamos que nos haría saltar más alto! Me encantaba el baloncesto. Quería ir a Estados Unidos y jugar en la NBA”.

Con 1.99 de altura y una buena habilidad para correr la cancha y usar su juego físico, McFarland representó a Samoa en varios torneos entre 2018 y 2020 y hasta llegó a la final de la Copa Polinesia en 2018. Allí había dicho a FIBA: “Queremos poner el baloncesto en un lugar destacado porque en Samoa siempre se trata más del rugby e incluso de otros deportes que del baloncesto”.

Su punto más alto fue el Bronce en los Juegos del Pacífico en 2019. Allí se hizo viral por una gran volcada de contragolpe ante Tonga. En ese torneo fue figura con 19.6 puntos, 11.8 rebotes y 2.6 asistencias, llegando también al quinteto ideal.

Pero hasta allí llegaría su vida con la naranja, porque la cambió por la ovalada en 2020. “En 2019 tuvimos un torneo de baloncesto en Shanghai. Íbamos a estar allí durante cinco meses. Primero tuvimos los Juegos del Pacífico Sur y anoté este mate. Fue el mejor juego que jamás había jugado. Nos subimos al autobús que salía del estadio y Brian Lima estaba esperando en la puerta. Es una leyenda del rugby. Subió al autobús, me señaló y me dijo que me bajara. No podía creer lo que estaba pasando. Era la primera vez que hablaba con él. Me dijo: ‘Necesito que vuelvas al rugby’ y fue entonces cuando decidí intentarlo una vez más”.

Luego de un paso fallido por Estados Unidos ahora jugará en Inglaterra, país que también lo inspiró de chico para practicar rugby.

“Jugué al rugby en la escuela. Recuerdo el año 2003, cuando Inglaterra ganó el Mundial. Jonny Wilkinson. Después de ver eso, mis dos hermanos mayores y yo salimos e hicimos algunos postes de rugby con bambú. Hicimos un tee para patear con una cáscara de coco y llenamos una botella de Pepsi con hojas de plátano de color marrón muerto a modo de pelota. Pusimos esta botella sobre el coco y fingimos ser Jonny Wilkinson”.

Claramente su pasado con el básquet lo ayuda en el rugby en varios aspectos como él mismo contó: “Ayuda con el manejo, la coordinación y el salto. Consiguiendo rebotes. Usas una mano la mayor parte del tiempo en el baloncesto; rebotes, despidos. Es una gran ayuda para el rugby”.