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Marcos Mata pasó de ser figura y campeón en San Lorenzo a jugar en una posición incorrecta en la segunda división de Japón. Un resumen caótico de una experiencia poco feliz que tuvo el multicampeón recién llegado a Obras. Apenas un asterisco en la faceta internacional de Mata que mantuvo grandes rendimientos además en España, Brasil y Uruguay.

Saga Ballooners, el equipo nipón, era un proyecto al menos atípico. Gerenciado por el hijo de un ricachón, con apenas 22 años la ambición era total y con Mata se quedaron a un paso del ascenso a primera división el sueño de Teppei Takehara el jovencísimo dueño por aquel entonces del conjunto rosado y celeste.

Mata llegó a jugar 41 partidos con promedios 9.0 puntos y 5.1 rebotes, fue apenas una temporada en épocas aún pandemicas, antes de marcharse a Uruguay y jugar en Aguada. Curiosamente su salida también se debió a las peculiaridades del proyecto, ya que luego de la eliminación camino al ascenso, el equipo cambió de dueño y el nuevo propietario no tenía en sus planes al argentino.

En la reciente entrevista con Básquet Plus, Mata habló de esta experiencia: "Japón fue uno de los lugares que más me costó. Mi señora la pasó bárbaro, ella volvería. Mi nene chiquito también. Pero me costó. Fue un año bastante difícil. Estuve parado mucho tiempo. Cuando llegué jugué todo el año en una posición que no era la habitual mía y no me sentí cómodo nunca".